La lacra ya está aquí. En Catalunya. Ha sido marcharse los efectivos de refuerzo de la Policía Nacional (después de hacer estragos con sus pelotas de goma y sus palizas) y llegar VOX y sus estrellitas fachas. Como Javier Ortega Smith, la quintaesencia del 'matonismo'. Un tipo envuelto en la bandera franquista del siglo XXI, que escupe su discurso lleno de odio, de polillas, de porquería a las pobres almas que, como él, hubieran deseado vivir otra época de la historia. Un fascista de 'toda la vida', que ejerce incansable como tal. Ortega ha pasado por Lleida y ha dejado su rúbrica, demostrando que de diplomacia, ni idea. "Guarros separatistas". Así ha tildado a aquellos ciudadanos leridanos que protestaron por su aparición en la capital del Segrià.
Smith, que estos días debe andar con picores a la espera de que saquen a la momia de su ídolo del Valle de los Caídos, dedicaba estas palabras a aquellos que protestaban por la presencia de los herederos del fascismo español en Catalunya. Una respuesta a la altura del personaje, que ya sabemos con quién acostumbra a cenar y a jugar a la brisca: falangistas, neonazis, ultraderechistas y fachas, así, en general. Sólo así se entiende que llame "guarros" a los adversarios. El típico insulto facha, vaya, y trasnochadito. La palabra que mejor lo define.
Así las gasta el personaje, abogado de VOX y acusación particular permitida por el estado español durante el juicio del 1-O en el Supremo. El sujeto que osa decir "guarros" al resto del mundo. Saquen sus propias conclusiones.