Joan Lluís Bozzo es uno de los productores de teatro y TV más importantes del país. Sus espectáculos, musicales y series, se cuentan por éxitos. Bozzo fue a comer en un restaurante de l'Ametlla del Vallès y los camareros no sólo no le atendían cuando hablaba catalán, cosa que están obligados a hacer, sino que se rebotan y le exigen que si quiere ser atendido les hable en castellano. Dos leyes de normalización lingüística y Catalunya 2020 sigue así. No se puede pedir 'cafà amb llet' por temor a que un barman suelte "hábleme en cristiano".
Los propietarios del local se han disculpado por la dificultad de encontrar trabajadores que entiendan el catalán. Y por miedo de un boicot, el del restaurante se justifica: "Sólo tenemos la carta en catalán".
Quien ha saltado es el eurodiputado Jordi Cañas. No le molesta que los ciudadanos catalanohablantes a los que representa no puedan hablar su idioma en un restaurante. Le molesta que Bozzo lo denuncie. Al director teatral ya le pasó en verano con un vigilante de párking en el Empordà. Tiene mala suerte. Y Cañas desde Bruselas insulta al director de teatro hasta cuatro veces en un tuit:
Cañas escupe en Bozzo cuatro veces 1) "izquierda calçot", 2) "lazi" (combinación de nazi y lazo amarillo, 3) "engordado a base de subvenciones" y 4) "cruzado fascistoide". Quien sólo cobra del erario público es Cañas. Bozzo va a taquilla y recibe la subvención que le toque por ayudar al teatro en catalán.
A Cañas no le molesta Bozzo. Le molesta el derecho a ser atendido en una lengua oficial en Catalunya, como obliga la ley y ha avalado el TC. Cañas y los camareros de l'Ametlla se pasan la ley por el sobaco.