Todavía no han pasado 48 horas y los culés seguimos en un estado de euforia maravilloso. Los aficionados blaugranas todavía nos pellizcamos viendo y recordando el baño descomunal, de los más bestias que se recuerdan en un partido entre el Barça y su eterno rival, un Real Madrid absolutamente devastado, aunque le pese a Movistar+, que no sabía por dónde le venían, a merced de unos críos de la Masia con hambre, talento, entrega y pasión por su escudo que pasaron por encima de las estrellas madridistas fichadas a golpe de talonario, los Mbappé, Vinicius, Bellingham y compañía, que todavía tuvieron suerte de que expulsaron a Szczęsny con 1 a 5 en el marcador porque la paliza corría el riesgo, para ellos, de ser más histórica de lo que ya lo fue. Una noche, una final de Supercopa de España, un Clásico que vivió en directo, en la Arabia Saudí, el bueno de Josep M. Pou, que las ha visto de todos los colores y que hizo, como siempre, una retransmisión maravillosa, impecable, apasionada, emocionante, divertida y enloquecida de este 2 a 5:
Fot-li Pozo seguro que después de la espectacular victoria, agotado, satisfecho y feliz, se ha tomado una buena cervecita para brindar por lo que tuvo la oportunidad de narrar: cinco goles como cinco soles, de su Barça, de nuestro Barça, al Real Madrid. Una victoria que fue narrada así el pasado domingo. Todo concentrado en 7 minutos que no nos cansamos de escuchar:
Después de unos días de locura, recordemos que el Barça estaba en Arabia Saudí desde el pasado martes, el día previo al partido de semifinales contra el Athletic Club, tocaba volver a casa.
Los jugadores, para preparar el partido de octavos de final de la Copa del Rey de mañana miércoles contra el Betis en Montjuïc. El presidente Laporta, para hacer este martes a las 10h una rueda de prensa sobre todo lo que ha pasado con Dani Olmo y Pau Víctor y sus inscripciones. Y los compañeros periodistas desplazados allí, para volver a casa, coger fuerzas, cargar pilas y mañana vuelta al ruedo para ir al estadio Olímpico. Y entre ellos, un Joan M. Pou que no veía la hora de volver a su casa. ¿Dónde? Hace meses que dejó Barcelona, donde nació y estuvo toda la vida, y decidió cambiar de aires. A sus 50 años abandonó la vorágine de la capital catalana por un rincón de país que los que hemos tenido la suerte de estar muchos años, muchos veranos, adoramos. Un pueblo precioso del Empordà, de pescadores, de mar, de buena gente, de las anchoas más brutales del planeta: L'Escala ("Dejo Barcelona y me voy a vivir a l'Escala, busco la vida pequeña", decía en el diario Ara). Una vez llegado, Joan M. ha mostrado el paraíso, unas imágenes preciosas de las vistas que se ha encontrado al llegar a casa, un mar hipnótico: "Casa. Por fin. Qué bien".
Joan M. Pou y l'Escala, maravillosos.