Los dos son actores cómicos y se definen como “servidores de alegría”. Llevan acumuladas muchas carcajadas y risas incontroladas. Aseguran que “cuando la risa no es alegre, no vale la pena”. Son conscientes que “el límite siempre lo marca el público”. Más ahora, porque “es un momento complicado y hay cosas que las adaptamos, o gags que eliminamos”. Uno se refiere a sí mismo, entre risas, como el abanderado del “humor catalán”. Fue la primera cara visible de TV3 y es quien da voz a actores como Woody Allen o Rowan Atkinson, más conocido como Mr. Bean. El otro describe su forma de ser como “de aquí y de allá”, lleva más de 30 años en el mundo de la interpretación y todo lo que le está pasando es un “sueño”. Teatro, televisión o radio. Por suerte, trabajo no les falta a este entrañable tándem. Joan Pera (J) acaba de prorrogar la función El Fantasma de Canterville en el Teatre Condal, mientras que su hijo Roger Pera (R) está a punto de finalizar la gira de Orgasmos. Además, septiembre promete ser un mes ajetreado para el hijo de Pera. Publicará el libro EXIT, de Cossetània Ediciones, que describe como su “trabajo de recuperación” con el que “he aprendido a querer a Roger tal y como es”. También estrenará el monólogo Fully Committed, dirigido por Ventura Pons, y que se representará en el teatro Nuevo Versus Glorias. Sin embargo, hay un proyecto que se les resistía desde hace mucho tiempo y que por fin verá la luz. Y es que padre e hijo avanzan en exclusiva para En Blau que en marzo de 2019 les veremos, por primera vez, actuar juntos en el Palau de la Música. Se pondrán en la piel de Mozart y su padre Leopold para representar, junto a la Orquesta Simfònica del Vallès, la obra Después de Dios, mi padre. Emocionados, ambos confiesan que será un “espectáculo muy bonito, con unas connotaciones tremendas de padre a hijo”. Aunque también reconocen que “en escena no hay ni padres, ni madres, ni abuelas”. Quedará por ver, dicen entre risas, “a quién aplauden más”.
Joan, Roger, ¿cómo definiríais el humor catalán?
(J) El humor catalán es bastante especial y distinto a todo. Creo que está entre lo mediterráneo y lo inglés. Por ejemplo, cuando Atkinson interpreta L'escurçó negre utiliza mucha ironía, se ríe de él mismo y creo que eso es muy catalán. Nuestro humor se caracteriza precisamente por eso, por reírnos de nosotros mismos y nunca de los defectos de la otra gente. Eso es lo que nos permite conectar con el público, porque es un humor muy cercano.
(R) Puede parecer que los catalanes seamos serios y sosos, pero también tenemos mucho humor. Posiblemente es un humor más inglés, más sofisticado y con mucha ironía. Por eso pienso que los doblajes que hace mi padre a Frank Spencer o Woody Allen, le van tan bien, porque cuajan muy bien con su persona.
¿Tenéis algún referente en el mundo de la interpretación?
(J) Para mí el gran referente del humor catalán es Joan Capri, aquel catalán cabreado al que le pasaban cosas que le podían suceder al vecino de abajo, a mi padre o a mi abuelo. Creo que el humor bueno es aquel que le pasa a todo el mundo. Otro de mis referentes sería Woody Allen porque se parece mucho a nosotros. De hecho, si yo hubiera nacido en Brooklyn y él en Mataró, seríamos las mismas personas pero al revés. Él usa un humor muy cercano y muy suyo.
(R) Algunos actores que siempre he adorado pueden ser Sean Penn o Al Pacino, pero no soy nada mitómano. Aunque a mi padre también le admiro mucho. No solo tengo sus genes, que me encanta, sino también su comedia.
Los dos compagináis la interpretación con el doblaje, ¿qué os aporta?
(J) Es un trabajo muy bonito, dentro de una fábrica de sueños y maravillas, como es el cine. El doblaje nos ha aportado una cultura extraordinaria y mucha alegría, pues hemos puesto voz a gente buenísima. Además, nos ha servido mucho de escuela porque hemos visto actuar a gran cantidad de actores. Y es que, de alguna manera, cuando haces el doblaje también estás dentro de la película. De hecho, una vez le dieron un Óscar a un actor que doblé y por un momento pensé que me lo habían dado a mí. Solo un trozo [ríe].
(R) Nos aporta trabajo [ríe]. Creo que el doblaje es una gran escuela de interpretación porque tienes que estar muy dispuesto a jugar, ya que tienes que ponerte a gritar, reír o llorar en muy poco tiempo. Te puedo asegurar que con el doblaje en este país nos dejamos la piel e intentamos hacerlo igual, que los actores que aparecen en la películas.
Joan, ¿te sientes más cómodo poniendo voz a Woody Allen o a Mr. Bean?
Con Woody me siento cómodo porque solo interpreta a Woody Allen. Entonces, siendo un personaje más difícil que Mr. Bean, me parece más fácil y me identifico más con él. Incluso alguna vez nos han dicho que nos parecemos. Por otro lado, Mr. Bean es un reto porque no solo es un grandísimo actor, sino que hace mucha interpretación.
Roger, ¿y tú?
Me dicen que he hecho doblajes muy complicados como Eddie Redmayne, Edward Norton, Matt Damon o Jesse Eisenberg, que era un tío que hablaba muy rápido. Cuando se trata de un buen actor es mucho mas fácil, porque solo tienes que escucharle y acercarte a él. Pero, para mí, lo complicado es poner voz a los malos actores, aquellos que actúan en las películas que se emiten por las tardes.
Roger, estás terminando la gira de la obra Orgasmos, ¿qué has aprendido?
Ha sido un master en comedia y el éxito que hemos cosechado lo he disfrutado mucho. Siempre he ido compaginando la comedia con el drama, y esta función me ha enseñado mucho porque está muy bien escrita y todo el rato estás en contacto con el público. En esta obra empezamos siendo fieles al texto, pero después de cuatro años la hemos hecho muy nuestra.
Joan. la obra El Fantasma de Canterville se prorroga en el Teatro Condal. ¿Cómo ha sido volver a trabajar bajo las órdenes de Josep María Mestres?
Un día, ensayando la función, le dije a Mestres que me pensaba que con mi edad pocas cosas más podría aprender. Con él es un aprendizaje continúo. En esta ocasión me pongo en la piel de un fantasma, que nunca antes había hecho. Es un personaje bastante etéreo y dificultoso, pero con el que me he encontrado muy bien y me ha servido para reencontrarme a mí mismo. La prueba es que extendemos la función.
Hablando de escenarios, Roger te alejaste de ellos en 2014 a causa de tu adicción, ¿cómo fue aquel momento?
Fue un momento clave. ¿Quién no tiene un mal momento en su vida? Mi mal momento me ha permitido parar mi vida y hacer una cosa que no solo debería hacer yo, sino todo el mundo. He podido ver cómo ha sido mi vida y lo que me ha frustrado, para vivir de forma más tranquila. Ese mal momento, que es un proceso largo, me ha ayudado a crecer a nivel humano y estoy muy agradecido. Al fin y al cabo, tener un problema de addición, como puede ser a la cocaína, no es una enfermedad de vicio, sino de autoestima y tenemos que hablar de ello y visibilizarlo porque no pasa nada. Es un mal momento pero que sí tiene salida y la gente lo puede superar. Mira, de las personas adictas solo un 20% hacen tratamiento y de este 20%, un 85% se recuperan. Aunque, no seamos hipócritas, hay mucha más droga por encima la Diagonal de Barcelona, que por debajo.
Eres el único actor que has dado la cara…
Sí pero por este prejuicio que tenemos. Cuando en EE.UU se debaten entre dos currículums, y ven que una persona ha superado su addición a las drogas, le dan la oportunidad porque eso demuestra superación. Que pasara lo que pasó, me ha enseñado muchas cosas. Ha sido un proceso largo, pero nunca me había sentido tan bien como ahora.
¿Crees que la compañía de teatro de Hermanos de sangre se equivocó diciendo que te apartabas de los escenarios a causa de una depresión y no por lo que realmente te pasaba?
Tengo la suerte que me quieren mucho y en ese momento no supieron qué decir, ni cómo gestionarlo y me quisieron ayudar de esa forma. Quizá no lo supieron hacer bien, pero me funcionó para hacer “click” y cambiar.
Volviste a pisar los escenarios en 2015, ¿cómo recuerdas ese momento?
Vuelves a los escenario porque quieres volver y porque no se hacer nada más. Es tu trabajo y tienes que comer de algo. Cuando pasa un año, las cosas no cambian, pero cuando pasan tres o cuatro te das cuenta de lo mucho que ha cambiado tu vida y forma de hacer. Ahora estoy contento y orgulloso, y además se nota.
¿La adicción se supera o se aprende a vivir con ella?
Cuando empecé mis tratamientos, no aceptaba que tuviera ese problema. Me acuerdo que mi terapeuta cada mañana me decía: “qué suerte tienes” y se iba. Un día le pregunté por qué me decía eso y me dijo que tenía una enfermedad que me permitía hacer de todo, pero que tenía que aprender a protegerme y a vivir con ella. Es un trabajo de autoestima y con lo bien que estoy ahora no quiero volver a lo de antes. Ahora me protejo muchísimo. La droga ya queda muy lejos de mi vida y he aprendido a vivir sin ella. Además me gusta. Puedo tener días buenos o malos, pero infinitamente mejores que los días que me podía drogar.
Joan, como padre, cómo lo viviste?
(J) Es duro y lo he dicho más de una vez. Pero cuando la persona lo supera, es una sensación indescriptible. Te da mucha paz y no hay nada que pueda llegar a tener ese valor. Es absolutamente adorable. Pienso que es una enfermedad que se tiene que asimilar y gestionar de la mejor manera posible, porque cuanto más la normalicemos, más ayudaremos a los afectados a salir. Se tiene que aprender a vivir con ese problema y no dudo que habrá momentos de grandes esfuerzos. De hecho, en nuestra familia siempre hemos luchado mucho, nunca nos hemos dado por vencidos y jamás vamos a alardear de ello.
(R) Haberlo superado es muy importante porque es un gran obstáculo que te pone la vida. De hecho, cuando termine mi segundo curso de drogodependencia, voy a dedicarme a ayudar a gente que sufre esta enfermedad. Voy a ir por las escuelas impartiendo clases porque es una cosa que me gusta hacer y me ayuda. Informando a los demás, puedo ayudar a la gente.
¿En el escenario, notáis más sensibilidad por el procés?
(J) De alguna manera sí. Cosas que hace un tiempo no hubieras ni pensado, ahora te las planteas. La situación actual no es buena y hay cosas que nos pueden afectar anímicamente. Pero la gran suerte que tenemos con el teatro es que entras en una dinámica distinta. La gente está deseosa por vivir una situación más “normal” de la que estamos viviendo y se nota.
(R) Se nota y tienes que ir con cuidado tanto con el tema machista, como con el tema político. Pero no solo se nota en el escenario, sino también fuera, en la calle.
¿Cómo vivís la actual situación política en Cataluña?
(J) Mira, quizá soy el actor que más ha trabajado en castellano porque he trabajado mucho con Paco Morán y mucha otra gente. Creo que las ideas de cada uno son muy respetables y nosotros tenemos la suerte de tener a un público muy transversal. Con las ideas todos podemos disfrutar y reír. Ahora, considero que la libertad de expresión y los derechos humanos están en una línea roja y se tienen que respetar.
(R) En este país han hecho mucho daño a la cultura. Así como en Londres o Francia la cultura es la base de todo, aquí es lo último. Es verdad que estamos luchando contra esto, pero no nos lleva a ningún lugar porque cada vez nos dan menos y les importa menos la cultura. Es una lástima. Por eso, tanto al público como a mí, el teatro nos sirve para olvidarnos de todos los problemas políticos que podamos tener fuera.
¿Os atreveríais a vaticinar quién será el próximo president de la Generalitat?
(J) Me gustaría que fuera alguien que tuviera todas las cualidades y preparación de un president, pero que no generase, ni tuviera odio.
¿Os hubiera gustado actuar más en TV3?
(J) Sí, pero eso es una critica que hacemos todos los actores. Pienso que todo lo que me ha pasado ha estado muy bien, porque he conseguido ser Joan Pera en un país que en un momento dado TV3 lo era todo. Entonces, los que estábamos, por llamarlo de alguna manera, un poco “marginados”, teníamos que sacar cabeza como podíamos y luchar contra ello. Pero eso no quita que me sepa muy mal la situación de TV3.
(R) Llevo mucho tiempo haciendo terapia y temas como la frustración o la autoestima baja me los he trabajado mucho [ríe]. Claro que me hubiera gustado trabajar más, pero lo que he aprendido, y lo que ahora me ayuda, es pensar que he actuado en series como ‘Poblenou’, ’Ventdelplà’ o ’Estació d’enllaç’, y que he participado en musicales y películas tanto nacionales e internacionales. Incluso he tenido en TV3 una serie propia con mi padre, que duró tres temporadas y que pocos actores han tenido oportunidad de hacer. Entonces, la sensación de quererlo todo no va conmigo. A partir de aquí, todo lo que venga será un auténtico regalo.
Joan, en septiembre de 1983 fuiste la primera cara visible de TV3, ¿cómo vives a día de hoy la situación de la cadena?
Con preocupación y tristeza. Me resulta triste y muy penoso que una televisión como TV3, que me parece una de las mejores de Europa en todos los aspectos, llegue a una situación que bien puede ser de precariedad. Es nuestra cadena, a pesar de que muchas veces no lo ha sido, pero es la nuestra y creo que está, a nivel profesional, muy bien gestionada. Me sabe muy mal. Para muchos TV3 es un espejo y si lo rompemos perderemos todos. Si consiguen aniquilarla, todos vamos a perder.
¿Qué pensáis de la gente que habla mal de TV3?
(J) Bueno haz la comparación. Mira lo que hacen en Televisión Española, porque también es una televisión pública, y luego mira TV3. Tan sencillo como esto. Quien tiene el poder, tiene el poder y, evidentemente, ofrece una información en función de sus criterios. Por decirlo de alguna manera, pienso que esto no es nada más que una problemática del Estado. Pero, de toda forma, no hay problema, que dejen poner una “TV4” y entonces podrá ser, si quieres, más artística [ríe].