El pasado mes de agosto asistimos a la revelación de un secreto familiar oculto de una de las familias televisivas más importantes de España: el clan Prat. Uno de los hijos del mítico presentador, desaparecido en 1995, es adicto y malvive de mala manera en la Línea de la Concepción, en Cádiz. Se trata de Federico, el tercer hermano del matrimonio con Marianna Sandberg, y que comparte apellidos con Joaquín Prat, estrella de Telecinco, y Alejandra, actualmente colaboradora de Sonsoles Ónega en Antena 3. Federico explicó su drama en una televisión local del municipio andaluz, provocando un estruendo en la opinión pública. El relato era este: "Busco trabajo. Estoy viviendo en la calle porque no me queda otra. Ahora mismo tengo un techo donde quedarme, tengo mi casa y pago el alquiler con lo que saco de la calle. Yo no me lo gasto en droga ni alcohol, solo en mi alquiler e invito a todo el mundo a que lo compruebe". Se dio por supuesto que sus hermanos lo habían abandonado y que no lo ayudaban. Faltaba, sin embargo, la otra parte de la historia.
Y no tardó en llegar. El alboroto fue tal que la familia destapaba las medias verdades de Federico. O mejor dicho, las mentiras. "Mi hijo es un adicto, estamos desesperados. Hemos intentado ayudarlo mde todas las maneras. Le pago el alquiler mensual del piso, he gastado entre 3000 y 5000 euros en clínicas de desintoxicación, pero me llama varias veces al dia para pedirme más dinero", explicaba su madre, sobrepasada. Llegaba a confesar que el hombre se gastaba los 600 euros de pensión en dos días comprando estupefacientes, que no quería ni sabía salir del pozo, pero que nunca le había faltado ayuda. Eso sí, ya no podían más.
Alejandra Prat, hermana de Joaquín y Federico, habla del drama familiar
La situación de Federico no ha cambiado nada. No ha encontrado trabajo, no se ha librado de sus vicios, ni curado de su enfermedad. Todo sigue igual. Es lo que deducimos de la entrevista que ha concedido Alejandra Prat en la revista Lecturas, en la que vuelve a expresar la preocupación por la situación de su hermano. "Es un drama familiar", reconoce. "Hay gente que sale, pero lo primero es pedir ayuda y estar seguro de que la necesitas". Esta es la madre del cordero del problema: parece ser que Federico no reconoce sus problemas, solo intenta trampear e ir tirando. La frase de Alejandra es reveladora: "El problema es que él dice que está bien. Pero pienso en mi madre, en todo lo que ha tenido que vivir... ¡vamos, la admiro profundamente!" Son una piña. Una en la que Federico no está.
Los hijos, a muerte con su madre Marianne Sandberg: si Federico no sale del pozo es porque no quiere
El alcance mediático de este pasaje tan íntimo y doloroso ha sido otro de los temas de los que ha hablado la periodista: "Pensamos que lo mejor era afrontarlo directamente y no esperar a que hubiera más comentarios". En todo caso, no los han podido evitar, aunque también hay una lectura positiva: ha servido de ayuda a muchos, asegura. "Muchísima gente nos escribió y me chocó la cantidad de personas que tiene a alguien cercano con este problema, lo grave que es y lo asequible que es llegar a la droga o el alcohol". Asequible, sí, pero insostenible en todos los aspectos: el humano, el físico, el emocional. También el económico.
Un problema y un drama con difícil solución, sin duda. Solo Federico tiene la llave para empezar a arreglarlo.