La nueva temporada de 'Joc de Cartes' está provocando un curioso fenómeno: es intratable en términos de audiencia (líder con un 18'1%, por encima de la 'La Isla de las Tentaciones' de T5), pero desata críticas feroces en las redes sociales, enfurecidas con el nivel de los restaurantes. La calidad gastronómica y el descubrimiento de establecimientos imprescindibles parece haber mutado en un espectáculo culinario dantesco y una masterclass de mala educación, suciedad y enfrentamientos al más puro estilo de los realities más leñeros. La "batalla" entre Tarragona y Reus, buscando el mejor restaurante con sello personal, volvió a demostrarlo.
Se debe decir que el trabajo del popular concurso no es nada fácil: muchas temporadas llenas de éxito en antena provocan un efecto contraproducente para los redactores del programa, que tienen que hacer lo imposible por convencer a los establecimientos de cada localización. Los más reputados son difíciles de conseguir: no quieren poner en riesgo su buen nombre, o enfrentarse a rivales que consideran de nivel bajo. Además, la orientación del espacio ha ido girando hacia un producto donde prima el choque y la personalidad dura, dominante y "televisiva". El cóctel ha aguado el espíritu inicial de JdC, los espectadores lo notan y los internautas se enfadan. La elección tarraconense y reusense no fue una excepción: muchos consideran a los 4 representantes indignos emblemas de la cocina local. Unos, por maleducados, insultando a los rivales o faltando el respeto a las tradiciones, como decir que el Chartreuse es "una bebida para tontos". Otros, por sucios y dejados. Y otro grupo, indignado con formulas gastronómicas que quieren ser modernas y atrevidas, pero que acaban por ser un bluff de campeonato. Si a todo eso le añadimos la falta de autocrítica, la tormenta es perfecta.
Haz click en la imagen para ver el programa:
A pesar del enfado generalizado y de parecerse cada vez más a una competición de restaurantes que podrían salir en 'Pesadilla en la Cocina', el reinado de Marc Ribas y compañía sigue vivo y coleando.