Después de una semana de calma, 'Joc de Cartes' vivió una tormenta. La visita a la zona del río Gaià, en Tarragona, fue un espectáculo. Nada positivo, ni apetitoso, e incluso nada acogedor. No querríamos ofender a los habitantes y restauradores de aquellas tierras, ni mucho menos. Ahora bien, seguro que ellos tampoco quedaron demasiado satisfechos con la imagen que ofreció un concursante, Kevin, que lleva una masía que se llama Els Fogons del Drac, en la Riera de Gaià. En el Olimpo de los despropósitos del concurso de Marc Ribas el hombre sería un rey. Porque tenía de todo: insolencia, prepotencia, despotismo y dejadez. Mucha dejadez.
Su intervención tuvo enorme repercusión, además. Porque el capítulo hizo líder a TV3 por enésima vez, con un fantástico 17'2% y 385.000 pares de ojos mirando fijamente la pantalla. Son muchos ojos, oye. El premio para todos ellos fue alucinar con una de las cocinas más sucias de la historia del formato. Pero sucia, sucia. Así:
Kevin se pasó todo el programa criticando a los rivales y exigiendo unos niveles de pulcritud y profesionalidad inmaculados. Y está muy bien. Lástima que su ego, praxis y realidad no estuvieran a la altura. Al entrar en aquella cocina uno se imaginaría que el famoso dragón de sus fogones se largó hace mucho tiempo, incapaz de vivir en aquellas condiciones. Baldosas llenas de grasa desde tiempos inmemoriales y otras sustancias pegajosas chorreadas como decoración accesoria, un fregadero con agua tibia sospechosa donde descongelaba un trozo de bacalao que no merecía aquel final, neveras donde los caracoles luchaban por su supervivencia... "Cuánta caca", decía otra concursante, Marta Mañé, que tampoco salió bien parada.
Si la suciedad fuera el único problema de este local, quizás la cosa tendría solución con una fregona, muchos trapos y toneladas de productos de limpieza. Pero es que estamos hablando de otra cosa: aquí los caldos son de pastillas de una conocida marca, las materias primas no son las que ponen en la carta y los postres 'caseros', una estafa muy burda: ni se molestan en quitar el cartón cuando las sacan de las cajas. Te lo sirven con todo, vaya, solo le faltaba un código de barras y el precio del supermercado. Si te pillan haciendo esto, solo hay una salida digna: disculparse y bajar la cabeza. Después puedes hacer como Kevin, amenazar a tu personal de forma cobarde delante de toda Catalunya: "Hoy no, pero mañana habrá consecuencias". Y no, no crean que la decisión será ponerse de verdad a hacer coulants de chocolate caseros. Lo que decíamos, un déspota. La buena noticia, que no ganó.
Evidentemente, el joven restaurador no era consciente de la repercusión del programa y de su actuación. Imaginamos que mirará las redes sociales y se dará cuenta del desastre demasiado tarde. Si 'Joc de Cartes' puede servir de algo es para animar o hundir las futuras reservas del negocio. Y da la impresión que aquí pasará la segunda opción.
Hay capítulos de 'Joc de Cartes' que te hacen valorar más la cocina que haces en tu casa. Marc Ribas es astuto, nos motiva para verle también en el 'Cuines'. Está todo pensado.