"Yo para participar me quedo en casa". Esta frase es el mejor resumen de la realidad actual del 'Joc de Cartes' de Marc Ribas. Su autor es un restaurador que responde al nombre de Marc Jolí, propietario del Mas Molí de Peralada. Bien, más que restaurador, que también, es todo un experto del espectáculo televisivo, entendiéndolo como un intercambio de tortas con los rivales. Aprendió las mejores malas artes en el concurso 'Top Chef' de Antena 3, presentado por Alberto Chicote, y llegó a ser finalista cargándose al resto de pardillos que se iba encontrando en su camino. Cosas del destino: acabó segundo en aquella ocasión, en 2014, y ha vuelto a repetir posición en 2021 en TV3. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Hace tiempo que explicamos que este formato tan seguido por la audiencia (menos en El Prat, claro), y la joya de la corona del prime time en Sant Joan Despí (volvió a ser líder intratable con un 18'7% y 320.000 espectadores), escogió potenciar el reality y la bronca antes que las artes culinarias. Y hemos explicado los motivos: buenos y grandes restaurantes dispuestos a pasar por determinados trances no se encuentran demasiados. Por lo tanto mejor que el equipo dedique sus esfuerzos, que son muchos, a la búsqueda de personajes con show en las venas. Y con Jolí lo clavaron. El festival de cuchilladas fue generoso. El problema es que muchos espectadores, aquellos que opinan en las redes, siguen esperando inocentemente dar marcha atrás en el tiempo y volver al concurso original que hacía salivar a los comensales y llenaba restaurantes hasta los topes. Y se suben por las paredes al ver la realidad: "TV3 Telecinquea".
El Empordà volvía a recibir al séquito del programa con un objetivo atrevido: encontrar la mejor cocina ampurdanesa. Sobre todo porque si estos cuatro aspirantes son los mejores representantes de la gastronomía local, cerramos el chiringuito. El mencionado Mas Molí, uno en la Bisbal d'Empordà que se llamaba el Escalipatxo muy flojo y dos representantes de Maçanet de Cabrenys a años luz de distancia: el Fau y Els Caçadors. Tan desigual que el segundo ganó a pesar del repaso cruel del malo malísimo de la noche, y el otro, el primero, fue un desbarajuste absoluto, alcanzando un hito escalofriante: que ambos Marcs fueran incapaces de tragarse su pastel de queso. De hecho, Jolí lo escupió de la boca, mientras que Ribas se levantó de la silla, entró en la cocina y le dijo a la propietaria, Rosana: "esto hace bola". Y teniendo en cuenta que el presentador y chef del 'Cuines' acostumbra a ser muy elegante con sus críticas, el detalle no es menor.
El caso es que Santi, el de Els Caçadors, se llevó los 5.000€ contra todo pronóstico y la lógica habitual del programa: la máxima que dice quién va a degüello, gana. O cómo empezaba este artículo: "Yo para participar me quedo en casa". Hay que decir que el galardonado tampoco es que fuera una hermanita de la caridad, y criticó con ganas al contrincante de Peralada pero sin la mala sombra de este último. Y que ni siquiera sus platos tenían buena pinta, especialmente un rape a la brasa que, según los aspavientos que vimos en mesa, emitía una peste considerable. Comer pescado fresco en Maçanet es complicado, dijo. Pero los otros rivales no fueron tan duros y acabó triunfando. Una victoria, sí, pero pírrica.
La próxima semana, otro destino... y una batalla más. Nos morimos porque llegue el miércoles. A pesar de las críticas, engancha.