La crónica del 'Joc de Cartes' dedicado al ostrón, un producto típico del Baix Ebre y de la zona del Delta, tiene que empezar por el final. Hay una buena y una mala noticia para TV3 y el equipo del programa de Marc Ribas. La buena, que una semana más ha sido líder. La mala, que sigue sufriendo una bajada de espectadores considerable. En 14 días se han dejado 4 puntos porcentuales y un montón de espectadores por el camino. Han pasado de los 18% al 14'2% de anoche, o lo que es lo mismo, de 300.000 fieles a 234.000. Explicar los porqués de esta huida no es fácil: agotamiento, menor consumo televisivo, un tono más amable, que, a pesar de las críticas, no engancha tanto a la gente... vete a saber. Ahora bien, hay detalles que no ayudan a seguir mirando la tele. Como el que vimos en uno de los restaurantes de l'Ampolla, localización del capítulo en cuestión.
Y no, no estamos hablando del producto estrella, el ostrón y la ostra. Una delicia que no es apta para todos los paladares: su textura echa atrás a muchos comensales, por mucho que el sabor sea delicioso y potente. Para zampártelas, ya se sabe: toca sorber. Sí, quizás no es la cosa más elegante del mundo (o sí), pero hay cosas que o se hacen bien o no se hacen. Punto final. De hecho Marc Ribas se puso las botas desde primera hora. Daba envidia. Pero volviendo a aquello que asustaba la vista, diremos que se trataba de otro producto muy singular y asquerosete.
Efectivamente: un moco que el chef del Bama se sacó de la nariz justo en el momento que el presentador entraba en la cocina para pedir una ración extra de uno de los platos. Afortunadamente para todos, ni la sustancia acabó en la boca de los comensales, ni Marc lo pilló in fraganti. Se hubiera montado un pollo de los buenos. Una lástima para este establecimiento de un camping que sorprendía por la elaboración de sus recetas, entraban por los ojos. Pero claro, el desliz provocaba mucho rechazo. Este es el momento crucial.
En cuanto al triunfador de la noche, este fue Hèctor Roda, del Rodamar. Una victoria fundamentada en un clásico que habíamos perdido de vista: competitividad extrema, sabelotodismo y un poco de juego subterráneo. Show y reality, efectivamente. Se cargó al resto de rivales con aquella alegría: el propietario del camping, Aitor (nota para el lector: hay que decir Aitor, con la tónica en el -tor, nunca jamás Aí-tor, por favor); Sílvia Márquez del Restaurant del Mar en el hotel Flamingo y Lorena Barberà, de Can Marqués. Aquí el espectáculo lo ponía el chef y marido, un aragonés muy singular, y recibieron de lo lindo por tener precios irrisorios para productos de primera. Este fue el gran escándalo durante la confrontación.
Las ostras (por favor, mejor al natural y nunca enmascaradas) y 'Joc de Cartes' hicieron un gran binomio: con todo lo que pasó en el programa y la resaca posterior, la expresión ideal ya saben cuál sería: "¡Ostras!"