El primer capítulo de la segunda temporada de Joc de cartes ha sido todo un éxito. 19,6% de share y casi medio millón de teleespectadores enganchados a la televisión. Unos números espectaculares que ya hacen intuir una nueva apuesta acertada de TV3.

El chef de Terrassa Marc Ribas ha empezado a repartir una buena dosis de comida, ofreciendo cuatro nuevas opciones gastronómicas a los catalanes. Esta nueva entrega se ha estrenado en Vic, basada en la cocina del cerdo de cuatro restaurantes. Y el resultado no ha podido ser mejor, con la tensión como ingrediente principal del reality: un buen augurio.

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La rivalidad ha sido muy fuerte, peleándose los restauradores y creando una competición que se ha evidenciado también en sus puntuaciones. Los cuatro querían que fuera su local en el que mejor se come, deseando desesperadamente el premio de 5.000 € que podrían invertir en él.

En la furgoneta ya se evidenciaba que habría mal rollito. Y todavía más teniendo en cuenta que dos de los restauradores ya se conocían antes de concursar y traían de serie una relación no muy amigable...

Pues bien, la competición se inició en el restaurante Bardaguer de Folgueroles. De entrada todos se mostraron poco entusiasmados, evidenciando que el local no les llamaba demasiado la atención. Críticas a la decoración "demasiado recargada" y con el listón alto a la hora de opinar de los platos de Núria, sin acabar de hacerles el peso sus originales propuestas.

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El Barecu de Vic fue la siguiente destinación, que acabaría siendo la más aclamada por el público. No por los concursantes, por eso, ya que criticaron la estética de los platos. Con respecto al sabor de las gambas, divergieron. Eso sí, aplaudieron que dispusieran de un sistema ecológico regulador de salida del agua.

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Y de aquí, al Pla del Os de Sant Miquel de Balenyà. Con una decoración típica de bodega, las propuestas del chef tampoco acabaron de gustarles demasiado. Los chocos generaron mucha controversia, de igual manera que pasó en el último restaurante. Muchos teleespectadores se quedaron con el nombre, Vicfood, un divertido juego de palabras que hizo mucha gracia. Los concursantes empezaron riendo, pero las carcajadas poco duraron. Las críticas y la tensión fue mucho más intensa, lloviendo una lluvia de cuchillos.

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Las votaciones: tensión y sorpresa final

Una vez todos los platos degustados, llegaba el momento más esperado. Mesa redonda y tensión: todos a votar. Siguiendo la tónica de la anterior temporada, se premiaban cinco categorías (menú, cocina, precio, servicio y comida). Los restauradores hicieron ganador provisional a Lluís de El Pla de l'Os, pero todavía quedaban los puntos del presentador y la novedad de la edición: el sello azul. Se trata de la distinción en el restaurante más sostenible, que se llevó el Barecu por la disposición de su cocina, organizada para aprovechar al máximo los recursos hídricos.

Este último acabó convirtiéndose en el ganador final, gracias a la decisión de Marc Ribas. De tercero en la clasificación cinco décimas por debajo, a flamante ganador. No podía estar más contento, y así lo ha demostrado en el Twitter del restaurante.

El retorno del programa ha sido todo un éxito, ¿seguirá la misma tónica las siguientes semanas?