Como el último episodio de 'Joc de Cartes' ha sido diferente, este artículo hará lo mismo. Empezaremos con una imagen reveladora de lo que pasó ayer y que resume en esta frase Marc Grañó, de 'La Barra Gourmet' en el Eixample de Barcelona, el ganador de los 5.000€ del concurso gastronómico de Marc Ribas.
"Demasiado ego no es sostenible". Vaya metáfora, viniendo de donde venimos. No tenemos dedos en las manos para contar las veces que hemos reflejado en EN Blau una queja compartida por buena parte de los espectadores: 'Joc de Cartes' ya no mola porque se ha convertido en un reality telecinquero, y en vez de ir a comer o cenar a determinados sitios con determinados personajes al frente, entran ganas de precintarles el chiringuito. Pues bien, la vida es una tómbola llena de metáforas, paradojas y giros del destino. En este caso, de girar la tortilla. La temática de la noche, celebrando la capitalidad mundial de Barcelona en cuestiones de alimentación sostenible, obró el milagro y los egos se desvanecieron para dar paso a propuestas gastronómicas atractivas. Aparte del mencionado ganador, teníamos al autogestionado 'La Forquilla', muy cerca del primero, el espiritual 'L'Ariadana i en Jordi' en Les Corts y el friendly 'Contracorrent' en el Fort Pienc. Las propuestas despertaban el hambre y no te la quitaban. Y además, acabaron como amigos. ¡Si incluso se votaban con dieces! Increíble. Los que estaban enfadados con el formato tuvieron la honradez de alabarlo.
Hablaremos ahora de las paradojas. Porque eso de la comida sostenible y de proximidad acaba siendo una cuestión que queda muy bien sobre el papel. El programa arrancaba con un monólogo de Ribas muy sentido y potente sobre las consecuencias de estropear el planeta, en este caso desde el sector de la restauración. El problema es el de siempre: somos mucho mejores dando discursos que ejecutando las misiones. Se puede aplicar en mucho ámbitos de la vida, por cierto. Y a la hora de la verdad los razonamientos para escoger a los participantes de la noche bajo esta premisa eran tan débiles como decir que separamos la basura, que reciclamos el aceite o que el agua la depuramos por osmosis. Después, eso sí, servimos carne de Galicia o Ávila, que estará muy buena pero no sería el paradigma de proximidad. Tampoco otros ingredientes y productos con incoherencias diversas. Ahora bien: repetimos que, gastronómicamente, apetecía. Había calidad, oficio, afecto. Y se agradece.
¡���� EMPEZAMOS! 📢
— Juego de cartas TV3 (@JocdeCartesTV3) October 20, 2021
Este año, Barcelona es la capital mundial de la alimentación sostenible y lo celebramos buscando el mejor restaurante de cocina sostenible de la ciudad ����
Sigue el programa en directo en @tv3cat: https://t.co/Q6TqCSpRDm#JocDeCartesTV3 pic.twitter.com/F0qDw22MGP
Acabemos volviendo al giro de la tortilla y sus efectos alucinantes: hay un gentío que echa de menos al viejo nuevo 'Joc de Cartes'. El de la bronca, el de la suciedad, el de las notas paupérrimas con mala leche. El de los personajes odiosos. Lo que tanto se criticaba hasta hace dos minutos. Los que no lo querían, ahora lo añoran. Lo repetimos mucho porque tenemos los ojos como platos. ¿En qué quedamos?
Nunca llueve a gusto de todos, está claro. Y en TV3 nunca cocinan al gusto de todos sus espectadores. 300.000 opiniones diferentes como las de anoche son muchas, y lel tira y afloja infinito. Ahora bien: líderes otra vez, un 18%. Intratable. El programa más rentable de la cadena y que se zampa a la competencia. Eso sí que es sostenible.