Después de una decepción notable en tierra firme, Joel Joan se ha desatado surcando el mar. Y de qué manera. A lo grande. Un estallido de euforia y desenfreno de aquellos que pasan a la historia, dejando con la boca abierta a sus seguidores. También a los que no lo son, pero que son fisgones. Es único y nunca deja indiferente. El actor, director, productor y activísimo tuitero se estrenaba hace algunas semanas en Instagram, una red que considera como escaparate de la frivolidad. Mejor dicho, "la hoguera de las vanidades y las imbecilidades", su definición personal.
No lo encontraréis haciendo posturitas ni anuncios de productos milagro, eso sí. Este no es ni mucho menos su estilo. La utiliza para enseñar su vertiente más personal e irónica, así como diversos detalles de su carrera artística. Ahora bien, también destaca una especialidad que va mejorando cada día: algunas de las imágenes y vídeos que comparte son extravaganzzas de oro puro.
Nada, sin embargo, comparable a la grabación que está haciendo hervir el universo virtual, y que muestra sin preocuparse del qué dirán. Joel ha vivido una jornada marinera que acabó en fiesta. Y de las grandes. En un momento álgido de la travesía en alta mar, puso en marcha la cámara del móvil para inmortalizar el momento en un barco con banderas bien curiosas. La imagen ya era lo bastante explícita e impactante, pero el discurso que dirigía al personal todavía más.
Estas palabras: "Hola, ¿qué tal familia? ¿Cómo me veis, superguay, eh? ¡Ni Àngel Llàcer me supera! ¡Ja, ja, ja, ja!". El arranque prometía, pero quizás no tanto como el resultado final. Continuaba con el misterio sobre dónde se encontraba: "¡escuchad, motherfuckers, sólo deciros un hola y adiós desde la Polinesia Central! Un gran punto cultural, que rima con central. ¿Vale?". Luego pasaba a presentar a sus compañeros de singladura: "aquí detrás mío, Jordi y un par de marineros de mierda". Y remataba con un desafío antológico: "y como, siempre: ¡superadme con la felicidad! ¡Vamos!". Sin palabras. El reto de superarlo parece una utopía. Punto, set y partido para Joel, que al compartirlo reconocía su felicidad extrema: "perdiendo los papeles". Ahora bien, pasadas unas horas ha visto el alboroto y ha preferido borrarlo i olvidarlo lo antes posible. Evidentmente, ha llegado tarde y el vídeo corre por las redes como la pólvora.
Tendremos que escaparnos un día de estos a la Polinesia Central (catalana, claro). La diversión parece estar asegurada. La resaca quizás también, pero da igual. Es verano. Y hay que aprovecharlo al máximo.