Joel Joan ha sido, sin ningún tipo de dudas, uno de los animadores del fin de semana. Tiene una carrera corta como Instagrammer, pero ya cuenta con un éxito abrumador, planetario y autocensurado: el vídeo de su travesía marítima en pleno desenfreno y pronunciando un discurso de euforia veraniega desatada. Joel quizás no era consciente de que tenía dinamita entre las manos, o sí, y lo colgó en la plataforma. ¿El resultado? Un maremoto, ya que el actor y director se encontraba en alta mar, a medio camino entre la costa catalana y la Polinesia Central de su relato. Ahora bien, los peces del Mediterráneo no sintieron la sacudida; el impacto tuvo lugar en tierra firme, allí donde había conexión en Internet. Una bomba. La sorpresa y las reacciones, también. Tanto es así que, unas horas más tarde y como explicábamos en EN Blau, Joel daba marcha atrás y borraba la pieza, aunque ya pertenecía al dominio público de la red.
El protagonista de este incidente viral escribía a medianoche una reflexión al respecto, que se parece mucho a la interpretación que se hizo en este diario: un día es un día, y la vida y el verano son para disfrutarlos. Se puede perder los papeles sin que nadie te acuse de haber matado a Kennedy. Ni dramas, ni historias. Y el que se enfade, se escandalice o se suba por las paredes, una de dos: o tiene mucho que esconder, o no es de este mundo: "Las vacaciones son para muchas cosas pero de las más esenciales son para perder los papeles. Que son cuatro días y 2 con COVID".
Joel ha descansado lo suficiente y, con la cabeza más fría ha decidido sustituir su publicación más famosa por otro vídeo explicando su sentir por el alboroto. Y hay que decir que es absolutamente genial. Cada detalle, cada palabra y, sobre todo, los silencios dramáticos que domina con creces. El monólogo, con referencias borbónicas incluidas, es ácido, sincero y teatral. Joel Joan en estado puro. Empieza así: "Hola. He perdido los papeles... y... "no volverá a ocurrir". Ya se sabe también que un actor sin papeles va desorientado... necesitamos el papel. Si los pierdes, no podemos hacer nada. ¿Vale?". Que los guardianes de la decencia, la moral y la rectitud espiritual no sufran: está arrepentido. Y se disculpa: "Pido perdón", confiesa. Hace una pausa larguísima, se lo piensa dos veces y acaba repitiendo el mismo mensaje: "Pido perdón". Con eso ya tendríamos suficiente, ¿verdad?
Pues no: no quiere esconder nada al público y a sus seguidores, y acaba revelando la cruda realidad: "Iba a decir "no volverá a ocurrir" pero sí,"volverá a ocurrir"... pero no lo volveré a colgar". Lección aprendida. La "hoguera de las imbecilidades" de Instagram, como él la bautizó en su estreno, a veces quema. O él nos hace creer que se ha quemado. De hecho, muchos defienden la teoría de que se trata de un vídeo 'fake' en el que se reía de todo el mundo. Tampoco sería una locura. De hecho, es conocido por troncharse del qué dirán. Los que lo conocen ya saben de qué pasta es. El resto, que se ponga pomada.
Joel es humano, y ya se sabe: somos los animales que siempre tropiezan con el mismo obstáculo. Ahora bien, la próxima vez que pase, será en su estricta intimidad. Y si no es así, tampoco pasa nada. Son cuatro días, que nadie nos los robe.