Jose Mari Bakero es uno de los mitos indiscutibles de la historia del Barça. El de Goizueta ha escrito con letras de oro alguno de los momentos más inolvidables para los culés en las nueve temporadas que vistió la camiseta azulgrana. 329 partidos, 15 títulos y 72 goles lo acreditan. Pero no sólo los números: él siempre fue uno de aquellos jugadores que lo dejaba todo encima del césped y que luchaba y luchaba por cualquier pelota.

Evidentemente, si hay un momento que los aficionados recordamos con una lagrimita en el ojo es su salto inmortal por encima de las cabezas de la defensa alemana del Kaiserslautern. Aquel gol que hizo posible que poco después, el Barça jugara la final de la Copa de Europa de 1992 y el Barça ganara su primer título.

Como tampoco podemos olvidar que él fue uno de los tres protagonistas del momento más importante en la historia del club, en Wembley, con lo que pasó en la prórroga contra la Sampdoria y que el maestro Puyal empezaba así su narración: "Atención: Koeman, toca Stoichkov, para Bakero, pica Koeman......." y todo el mundo ya sabe cómo acabó la cosa.

Bakero, uno de los buques insignia del Dream Team de Johan Cruyff, después de colgar las botas y hacer de técnico en algunos equipos, se hizo responsable de la academia juvenil del Barça junto con su excompañero de equipo Guillem Amor. Él como nadie sabe qué es ganarse la vida como profesional del fútbol. Él como nadie sabe qué es vivir mucho tiempo alejado de la familia por los numerosos desplazamientos.

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Jose Mari Bakero con su hijo Jon / @bakerojon

Ahora, sin embargo, ha vivido emocionado un reencuentro con su hijo. Bakero y su mujer, Flor González, así como su hija la periodista Lorea Bakero, viven en Barcelona. Pero el otro hijo, Jon, llevaba mucho tiempo fuera. Futbolista, como el padre, nacido en Sitges en el año 1996, su carrera, sin embargo, se ha desarrollado en los Estados Unidos o Canadá, jugando a soccer en equipos como el FC Tucson, los Carolina Dynamo, los Chicago Fire, los Tulsa Roughnecks, el Toronto FC o el Phoenix Rising.

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Jon Bakero / @bakerojon

Ahora, sin embargo, Bakero hijo deja el equipo del estado de Arizona. Con toda la pena del corazón, se despedía así de sus seguidores de Phoenix: "Gracias. Juntos hemos roto récords. Juntos hemos hecho historia. Siempre tendréis un lugar especial en mi corazón. Gracias a mis compañeros de equipo, cuerpo técnico y aficionados. Me habéis hecho ser mejor jugador y persona".

Bakero está triste, también los fans del Phoenix Rising. Pero los que están emocionados por su retorno a casa son sus padres y su hermana. Porque Jon Bakero deja atrás una vida, pero vuelve a casa. Y sendas imágenes conmovedoras con los que más le quieren lo acreditan:

Un reencuentro precioso. Bienvenido.