Empezaremos por una evidencia: gol de TV3. El personaje más oscuro de las cloacas del Estado, o cuando menos el más conocido, fue el plato fuerte del 'Preguntes Freqüents' de Cristina Puig. Tan fuerte como que ocupó una franja muy extensa del espacio, mucho más que de costumbre. Pero el excomisario José Manuel Villarejo es un género por sí mismo, no te lo puedes despachar en 15 minutos. Ni en 30. Llevaba mucho tiempo sin ofrecer ninguna entrevista, desde aquella con Jordi Évole en 'Salvados' de 2017. 5 años en los que tampoco ha estado callado, eso sí: tiene causas abiertas con la Justicia y sigue filtrando lo que le conviene. Pero tenerlo en plató es un éxito informativo. Aunque el espectáculo sea otra cosa. Parece un acto masoquista: acabas mucho más cabreado al acabar. Todo lo contrario que el protagonista, que agradecía al programa la invitación... con socarronería.
Con Villarejo hay tanta porquería en la que hurgar que no te la acabas. Lo tenemos en todas las salsas de espionaje y casos diversos, Juan Carlos y Corinna, Bárcenas y Cospedal, Pujol, Gürtel, los atentados de Barcelona, el marido de Ana Rosa Quintana, Ferreras, Inda, traficantes de armas, incluso un tema de intento de homicidio... Sin olvidar la Operación Catalunya o la policía patriótica contra el independentismo catalán. Todos encargos. Si no les basta, piensen una cosa: hay mucho que no sabemos. ¿Da miedo, no? Bueno, miedo y vergüenza. La que provoca un país, un Estado, un régimen: España.
En relación a este caso el excomisario hizo honor a su fama de dejarlas caer como si tal cosa, como si lo que explicara fuera de lo más normal en un estado de derecho. Detallitos como la gratitud de sus clientes cuando conseguía cumplir los objetivos marcados en el "contrato". Nos remontamos a 2012, año de elecciones: Artur Mas y Convergència i Unió sufrieron una caída de escaños bastante importante en el Parlament tras una campaña marcada por supuestos informes de la Policía Nacional acusando a Mas de tener una cuenta en Suiza. Informes falsos que llegaron a 'El Mundo' quien, fiel a su tradición, lo hizo público a todo trapo colaborando con el plan ejecutado por Villarejo... y organizado desde muy arriba: la Moncloa. 12 escaños se perdieron por el camino por la falacia. El expresidente gallego Mariano Rajoy estaba exultante y habló por teléfono con él. La felicitación, muy Rajoy: "¡Usted es un español!".
Sabemos cómo es España, sabemos de sus métodos, sabemos de sus personajes. Conocemos las alcantarillas y sus tentáculos, y en buena parte es gracias a programas como el de Puig o del resto de profesionales de los medios de comunicación. Periodistas con gran trayectoria y que las han visto de todos colores, pero que todavía alucinan con una cosa: no que pase según qué (que también). Más bien es la ligereza a la hora de explicarlo sin ninguna consecuencia. Es lo que le pasó a Jordi Basté en su casa siguiendo intensamente la entrevista. Fueron muchos los titulares que lo dejaron aturdit, pero este sobre Artur Mas especialmente. Primero no se lo creía, después la sentencia es contundente: "Que tenga la poca vergüenza de decirlo y que no pase nada".
El problema no es darle voz, el problema es el sistema. Lodo, ratas y detritus. Todo por la patria.