Lorena Roldán es una mujer extraordinaria, en el sentido genérico de la palabra. Es la única persona en este mundo capaz de vivir dos, tres o cuatrocientas realidades paralelas al mismo tiempo. La de Cs escogió la política para ganarse la vida, pero podría haber formado parte del elenco de intérpretes de las películas de superhéroes y superheroínas que triunfan en el cine. Jugaría con ventaja, ella ya posee un don natural. Lástima que su capacidad dramática sea tan limitada. Siempre actúa igual, dice lo mismo, aburre a las piedras. Vive a caballo entre la Catalunya de 2020, el Bronx de los 80 y el Vietnam de los 60. Todo esto como mínimo, porque se nos olvidan las catanas. Su vida es un infierno, hay enemigos por todas partes. Ella, tan juiciosa, dialogante, respetuosa, bien educada, ella que siempre tiene una caricia, que nunca te hará un feo, se siente incómoda. Dolida. Ofendida. Victimizada. Catalunya está rota, no se puede salir a la calle. Sólo cuando lo hacen ellos por la sacrosanta unidad de España, claro está.
Estas son las líneas maestras del discurso que Roldán le ha intentado colar por enésima vez a la sociedad catalana mientras era entrevistada por Jordi Basté en RAC1. Y lo hacía demostrando una cara sideral, cuando decía que "mire como está el Parlament", haciendo alusión a la crispación vivida en muchos plenos. Crispación promovida, patrocinada y ejecutada ¿por quién? Vaya, vaya. Amnesia selectiva. El locutor no se contenía, y con una sencilla pregunta comenzaba un roce que retrataba a la tarraconense con exactitud. "¿Quiere decir?" La de Cs argumentaba que "hace 4 meses teníamos contenedores ardiendo". Le fallan las fechas, pero vale. "Hubo una sentencia. Duraron 48 horas", le replicaba Basté. Roldán, a la suya, saca el corte de la Meridiana, donde las únicas víctimas son manifestantes atropellados por exaltados. Gente que tiene el mismo derecho a salir a la calle que ellos, cuando salen de la mano con VOX, Jusapol y PP.
"¿No cree que Catalunya es mejor de lo que hace unos años?", remataba el periodista, antes de escuchar el relato de situaciones de acoso a la que dice que son sometidos los defensores de España. Barbaridades como filtrar sus teléfonos, sí, pero también pintadas: una moda muy nueva que sólo sufren ellos. Lo que haga falta para transmitir el mensaje robótico de que ésto está partido por la mitad. Ahora bien, la última pregunta al aire de Lorena, de traca: "¿Por qué no nos reconciliamos?". Sobran las palabras.