La mañana de este viernes Jordi Basté ha hecho, como cada día, su editorial. En muchos hogares se escuchan sus palabras mientras el padre o la madre se viste para ir al trabajo y prepara los desayunos para sus hijos. Estos, con el cuenco de cereales en la mesa, acostumbran a desayunar mirando dibujos en la tele mientras los adultos van con el transistor arriba y abajo, de la habitación al lavabo y del lavabo a la cocina. Dependiendo de los gustos del niño, y dado que la oferta es inacabable, entre los canales generalistas, los temáticos como Disney Channel o Clan TV o las plataformas, es posible que en cada hogar se miren unos dibujos diferentes. Pocoyo, Peppa pig, Grizzly y los lemmings, Bob Esponja, Los Green en la gran ciudad o los PJ Masks. Basté, y miles de niños que ahora ya no lo son tanto, no miraban ninguno de estos.
El periodista de El món a RAC1 ha emocionado con, los suyos y los de tantos catalanes, recuerdos de infancia. Basté ha tirado de nostalgia para hablar de alguien que fue primordial para varias generaciones de espectadores. Porque hubo un tiempo donde tanto o más importante que los dibujos que se miraban eran las sintonías de entrada, las cancioncillas que se te ponían en el cerebro y no te podías quitar de la cabeza. Ni querías quitártelas de la cabeza. Temas inolvidables de un tiempo y de unos dibujos que marcaron época. En Catalunya, en TV3, este honor le corresponde a Shunsuke Kikuchi, que acaba de morir a los 89 años.
Kikuchi es el músico y compositor que creó tres maravillas, entre muchas otras piezas. Tres bandas sonoras de nuestra vida, tres sintonías de tres de las series más recordadas y vistas por los espectadores catalanes. Prepárense para tararearlas si están leyendo esto tomando un café en la máquina del trabajo, en el lavabo o en el metro. No lo podrán evitar. Porque Kikuchi es el autor, por ejemplo, de esta maravilla de canción, evidentemente, en su versión original, en japonés, pero con un ritmo y una entrada trepidante que hacía que lo dejáramos todo cuando éramos pequeños:
O esta otra, poco después:
O todavía esta otra:
Tres obras de arte del anime japonés, el Dr. Slump, Bola de dragón y Doraemon. Como ha dicho Basté de buena mañana, "Shunsuke Kikuchi es la Magdalena de Proust de una generación de niños y de jóvenes que hicieron del Club Súper 3 su segunda residencia". Para muchos, su muerte ha hecho "recordar a muchos el sabor del pan con chocolate, de la cocina pequeña de casa de los padres, de la tele sin Netflix. Ha muerto Shúnsuke Kikuchi y con él la banda sonora de una época y de una generación que hoy escribiría su epitafio: 'que importante que has sido en nuestras vidas'"... Nos queda su legado para ir poniéndoles estos dibujos a nuestros hijos. Descanse en paz.