Quedan dos días para que llegue una nueva verbena de Sant Joan. De hecho, quedan dos días para que después de dos años, la gente celebre una verbena de Sant Joan razonablemente parecida a lo que conocemos. Después de la del año pasado, sin verbenas ni hogueras en las calles ni playas, sin locales abiertos, todos en casa y en petit comité, con núcleo familiar reducidísimo, este año la noche del 23 al 24 de junio volveremos a oír petardos, volveremos a comer coca en familia y volveremos a vivir la noche más corta del año celebrando alguna cosa. ¿Todo el mundo? No. Jordi Basté, por ejemplo, vivirá una verbena bien diferente.
El periodista de RAC1 "siento el orgullo de quedarme en casa la verbena de Sant Joan y la felicidad de sentirme especial", escribe en su artículo semanal en La Vanguardia. ¿Especial por quedarse en casa una noche como esta? Sí. Pero sobre todo, especial por hacerlo, no tanto por él, sino por alguien a quien quiere "más que al 95% del resto de la humanidad". Porque Basté no estará solo la noche del 23. Estará con su perra.
Tiene nombre de persona, pero "a un perro no lo define su nombre sino sus ojos". Una mirada que a los que tienen perro, desarma. No hay mirada más expresiva en el mundo que la de un perro, "siempre tengo la certeza de que estoy en deuda permanente con mi animal y que jamás estoy a su altura". Que a Basté le gustan los perros quedó claro cuando murió el presidente norteamericano George Bush y se vio esta imagen de su perro:
Por eso, aunque de pequeño le gustaba la liturgia de Sant Joan, "desde hace algunas verbenas he decidido quedarme a solas con mi perra para intentar devolverle el cariño de los últimos años". Y es que no hay tortura peor que una noche como Sant Joan, con ruido y petardos por todas partes. "No tienes una clara definición de lo que es el sufrimiento hasta que tienes uno".
Basté sabe que "no tengo derecho ni a pedir cárcel para los que compran petardos", pero lo que sí está en sus manos es "homenajear a la mejor compañía en la peor noche de sus vidas. Seré su refugio durante una madrugada como ella lo es el mío durante la mayoría de ellas". Basté sedará a la perra, la tranquilizará, "con medía pastilla en algún premio sólido que me entraga el veterinario". De esta manera, "quedará anulada unas horas para evitar sus temblores que son mis temblores". Le entendemos perfectamente. Un gesto lleno de amor y una declaración conmovedora. Y si sirve de algo, desde En Blau pedimos que penséis en lo que provoca cada petardo que lancéis. Servidor no tiene animales en casa, pero el miércoles haré como Basté: tranquilito en casa y ningún petardo. Nuestros perros se lo merecen todo.