Twitter. Aquel mundo donde por decir lo que piensas, siempre, absolutamente siempre, habrá quien se te lance a la yugular de manera ofensiva en busca de unos minutos de gloria. Es curioso, por no decir lamentable, lo que pasa una y otra vez en la red. Ya puedes decir qué sientes, qué te ha pasado, sin ofender a nadie, simplemente, exponiendo una vivencia personal, que vendrá alguien a decirte algo y a dar lecciones. Y no por acostumbrados, hay momentos en los que se te hincha lo que no suena y decides responder. Como le acaba de pasar a Jordi Basté.

Jordi Basté / TV3

El periodista y director de El món a RAC1, que pasa la cincuentena, ha hecho lo que les tocaba desde hace unas semanas a las personas de su edad: ponerse ahora la vacuna, como tendríamos que ir haciendo todos, cuando nos toque. Después de ponerse la primera dosis, este miércoles se puso la segunda. Él mismo publicaba esto en su cuenta de Instagram:

Pero inmediatamente después, ya hubo alguien a quien no le parecía bien lo que decía, y lo amenazaba de manera miserable por hablar en la radio de vacunas y diga que gracias a ellas se puede conseguir la inmunidad.

La respuesta, sublime:

No han pasado ni dos días que se las ha vuelto a tener. Porque Basté seguirá diciendo y opinando lo que le parezca, tanto en su programa como en las redes, sólo faltaría. Y si a alguien no le gusta, que se ponga hojas. Pero realmente, hay quien, como se suele decir, "quién no tiene trabajo, el gato peina", porque alguien se ha irritado por un simple comentario del periodista: "Con la segunda de Pfizer te duermes por las esquinas". Lisa y llanamente. No tiene más. Basté expone una sensación personal, repetimos, PERSONAL. Pero se ve que no puede hacerlo, según un usuario que ha saltado, con un sarcasmo venenoso que no viene a cuento. Pero a Basté le va la marcha y le responde diciéndole "abuelo trol":

El interpelado estalla y Basté le corta con una respuesta para enmarcar: "La pastilla y a dormir, trol. Que es más falso que un duro de madera".

Basté se duerme con la vacuna, pero está lo suficientemente despierto para enviar a dormir al que le falte el respeto. Un sopapo con la mano abierta en toda regla.