El funeral interminable de Ciudadanos nos demuestra un hecho incontestable: el partido naranja quiere inmolarse fiel a sus principios. Perdón, principio, porque sólo tienen uno: anticatalanismo recalcitrante. Nacieron con esta única meta y se convertirán en polvo con el odio por bandera. Bueno, odio y manías, obsesiones, terrores nocturnos. Aquí la cosa se amplía un poco: catalanes buenos sólo hay unos, los unionistas y/o españolistas como ellos. Malos, el resto: indepes, republicanos y antimonárquicos y, especialmente, todos aquellos que trabajan en la demoníaca televisión pública del país, TV3. No importa que muchos ciudadaners hayan sido tertulianos a sueldo de Sant Joan Despí, porque Roma no paga (o cobra de) traidores. Son el enemigo. En la diana hay figuras más detestadas que otras. Pero en el centro siempre encontrarán a Jair Dominguez.
Algún día tendremos tiempo y ganas de recopilar los numerosísimos intentos de cortarle el cuello al presentador, guionista y humorista más ácido de la casa. Han estado a punto de conseguirlo, pero la realidad es sólo una: Ciudadanos se extingue y Jair Dominguez es un fijo en TV3 y Catalunya Ràdio. 'Està Passant', 'Bricoheroes' y 'El Bunker' son los tres programas donde Dominguez deja muestras de su ingenio y de su sarcasmo no apto para españolistas. Todos ellos triunfan, la peor pesadilla de los naranjitos y de un eurodiputado de la formación bien conocido: Jordi Cañas. Un apellido ideal para el personaje, todo el día dando caña. Pero vaya, que si de segundo apellido fuera "Matraca" todavía sería más acertada la cosa. Qué insistencia tan pesada. Lo que siente por Jair es personal.
El 'puta España' de los oyentes de 'El Bunker' que hace enloquecer a Jordi Cañas
Resulta que en el programa de radio de Dominguez, Peyu y la pareja sentimental del primero, Neus Rossell (la chispa surgió en este espacio de Catalunya Ràdio), los oyentes que llaman para opinar y aportar tienen una curiosa costumbre. Muchos finalizan su intervención con un grito de guerra pleno de cachondeo. El 'puta España', sí, origen y causa de dolores de cabeza, otitis aguda y parraques diversos. Una provocación, sí, pero una englobada en un programa humorístico donde la sorna es el elemento principal y la razón de ser. Pero claro, España es un país donde puedes mofarte de Carles Puigdemont, incluso prendiéndole fuego a un muñeco con su figura, y eso sólo es el gracejo tan patriota que se tendría que enseñar en las escuelas mientras oyes el himno nacional. También un país donde dedicarle insultos machistas y vejaciones infectas a periodistas como Pilar Rahola no es una ofensa, sino un divertimento sin importancia. Ahora bien, no digas 'puta España', porque los has ofendido, haces pupa.
Jordi Cañas intenta hacer daño pero no le hace caso ni su exigua parroquia
Pupa, pupita, pupa; precisamente lo que todos ellos, pobrecitos, han sentido con un vídeo que recoge diferentes momentos en el que se ha utilizado la expresión en 'El Bunker'. Pero que las víctimas no sufran, porque el dr. Cañas tiene un analgésico infalible para sus manías. Bromitas fachas un tanto caducas, por cierto. Escribe esto el eurodiputado: "La verdadera mesa de diálogo", en referencia a la mesa donde Jair y sus compañeros hacen el espacio radiofónico. Quizás Jordi se ha quedado desfasado, porque a estas alturas seguir hablando de la mesa de diálogo es como hacerlo del Laser Disc o de Second Life. Demodé. No cuela. Y no hace gracia. Parece que ni siquiera a los suyos, porque las reacciones al tuit son demoledoras y el mejor reflejo de la realidad de los naranjitos: no les hace caso nadie. Sólo cuatro irreductibles gatos, agonizando en plena desaparición.
Cada minuto que pasa es un minuto menos para la estocada definitiva. Quieren morir matando, pero su espada es de juguete.