Masterchef vivió una de las peores noches de sus 7 temporadas en antena. Una catástrofe culinaria que molestó y mucho a los tres miembros del jurado, pero especialmente a Jordi Cruz: "Me habéis dejado a la altura del betún", decía el chef catalán, que tuvo que cancelar los dos platos que el equipo rojo tenía que servir a un grupo de 150 comensales. Un hecho nunca visto en el programa, y que acabó con el chef entregando los delantales negros (que llevan a la prueba de eliminación) a todo el grupo, mientras hurgaba en la herida con "este es vuestro premio por el récord que acabáis de superar. Ahora yo voy a superar el reto del veredicto más cortito"

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El capítulo, sin embargo, ya había empezado mal. Aleix Puig, el aspirante catalán considerado como posible favorito (y que ya ha perdido esta condición) y Alicia olvidaban el ingrediente principal para elaborar la primera, dificultosa y ya clásica receta de Masterchef: Una croquembouche del repostero de fama mundial Paco Torreblanca. Un pilar de profiteroles de difícil montaje, sí, pero que los dos concursantes no pudieron ni siquiera imaginar, al olvidar la harina. El resto de participantes tampoco se lucieron mucho, a pesar de que sí que hubo una excepción. El gigante dominicano Osiris se convirtió en el primer aspirante que resuelve con éxito la prueba (covirtiéndose en favorito para ganar el talent)

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Los errores estuvieron presentes hasta el final de la entrega, que tuvo como invitada especial a la ganadora de Masterchef Celebrity, la nadadora catalana Ona Carbonell. La deportista participó también en la prueba de eliminación, que consistía en hacer croquetas de diferentes tipos. Y una vez más, un error de dimensiones estratosféricas llevó a Lali y Sara a jugarse el billete de vuelta hacia su casa. ¿Qué faltaba a sus croquetas? La sal. Un resbalón que, finalmente, convirtió a Sara en la segunda expulsada de la edición.

El nivel de cocina de los concursantes ha quedado en evidencia, y los gestos del jurado demostraban que no estaban para fiestas. La audiencia del programa (16.6% y 2.133.000 espectadores por todo el estado, y un 12'8 en Catalunya) pudo sentir la impotencia y la rabia de todos ellos, que tendrán que ponerse las pilas para revertir esta dinámica.