Jordi Cruz es uno de los mejores chefs del país. Sus estrellas en el ABaC lo hacen merecedor de todos los elogios que pueda recibir. Trabajo y más trabajo, horas de dedicación, compromiso, talento y una voluntad de superarse a sí mismo cada día hacen del cocinero catalán uno de los máximos exponentes dentro del mundo de los fogones. Por no hablar de su faceta como el juez más temido de Masterchef.
Mientras se está preparando una nueva edición de la versión Celebrity del talent culinario ("La gente va a flipar con Tamara Falcó. Y van a pasar cosas a mitad del concurso muy locas, que nadie va a entender"), Cruz ha hablado para el diario El Mundo y ha hecho alguna confesión que tiene que ver con cocina y no tanto. ¿Qué se le resiste al chef de Manresa? Cuesta de creer, pero a alguien que hace obras de arte mezclando muchos ingredientes y aplicando las técnicas más vanguardistas, se le tiene atravesado cocinar una tortilla a la francesa: "es mi talón de Aquiles. Me gusta mantener ese punto débil que me mantenga con los pies en el suelo, ese poco de inseguridad. Para entrar en una cocina, es el currículum que te exigían. Una tortilla francesa perfecta es ovalada por los dos lados, de un grueso de dos centímetros, sin color, semicocinada por dentro, con una cremosidad absoluta. Se necesita mucha paciencia y mucha técnica".
Tortillita, así, en diminutivo ("hablamos con cariñito. Nos ponemos sensibles, como cuando estás con un niño pequeñito. Tus platos son un poco tus hijos") que, quién sabe si forma parte de su dieta habitual: "quiero tener buena calidad de vida y cinco días a la semana como saludable, en proporciones lógicas, y otros dos días me permito el lujo de comer lo que me apetezca". Come lo que le apetece... No es la única licencia que se permite. No le molesta que le pregunten qué come. Nunca se avergonzará de decirlo. Sí, en cambio, le da vergüenza otra confesión: "me da más vergüenza decir que fumo, porque, es verdad, tengo ese problema, es una drogadicción". Cruz confiesa que fuma, y más de lo que querría: "el único vicio que tengo es este purito que me estoy fumando ahora. Que, por cierto, mañana lo voy a dejar".
Reconoce que "Dejé un año de fumar y no mejoró mi paladar, quizá porque lo tengo muy entrenado. Quizá es que soy un bicho raro". Un Cruz que tiene en el deporte otra de sus salidas de escape cuando está fuera de los fogones, como en esta imagen haciendo bicicleta con sus buenos amigos Samantha Vallejo Nájera y Pepe Rodríguez. Del chef de Illescas sólo tiene palabras de reconocimiento y cariño. Incluso, cuando analiza en broma si le molesta que sea más sex-symbol que él: "Es un pozo de testosterona, el macho alfa. ¿Qué le ven? Supongo que gusta porque es un buen tío, noblote, cabrito, con capacidad de ser rápido y con cultura. Se le coge cariño, aunque a veces sea un tocapelotas, como buen madridista que es".