Jordi Évole ha conseguido un hito con la entrevista con el Papa Francisco, que pasará a la historia por muchas razones. La primera, por la exclusividad del encuentro en la cadena de Atresmedia. La segunda, por la cantidad de titulares que soltó el Santo Padre. Y la tercera, por el seguimiento de audiencia y la opinión pública en general, que fue masivo (un 18'5% en Catalunya y un 21% en España, con más de 4 millones de espectadores). Podríamos seguir enumerando motivos, algunos más frívolos, como hablar de Messi como un dios. Pero vamos al grano.
El periodista catalán y el pontífice habían pactado una entrevista en la que el tema principal eran los refugiados y el drama de los migrantes, pero 71 minutos dieron para mucho. De un Papa cauteloso en la primera parte de la conversación, pasamos en un Bergoglio mucho más personal, que miraba de vez en cuando fuera de cámara para captar el impacto de sus palabras en su equipo. Después de censurar la actitud de los gobiernos europeos en el drama de la inmigración, de enseñar una concertina o de hablar de la situación del barco Open Arms, respondía a las puertas laterales que Évole iba abriendo con acierto. El momento clave llegaba con su posición sobre los homosexuales, dejando titulares que han removido las redes.
Évole se frotaba las manos. El Papa rectificaba sus criticas al feminismo ("machismo con faldas"), y el catalán le pedía opinión sobre un episodio con Benedicto XVI en la Sagrada Familia de Barcelona: "En aquella visita, las únicas mujeres que participaron fueron tres mujeres que limpiaban el altar". "Es muy triste", respondía su sucesor. Y todavía había otro tema muy controvertido, el del aborto, con una posición dura, también en el supuesto de una violación: "¿Es lícito eliminar una vida para resolver un problema? ¿Es lícito alquilar a alguien para que acabe con esa vida"?
El alud de temas de actualidad han alborotado la red, como era de esperar. Católicos y no católicos, políticos, periodistas y el resto de mortales se han manifestado sobre la entrevista líder del domingo. Sobre el periodismo, el Papa alertaba de los cuatro pecados del oficio: la desinformación, la calumnia, la difamación y, atención, porque no oiréis un Papa diciendo una cosa así, la coprofília. "Amor en la cosa sucia, en la caca". El día siguiente, una de las preguntas más extendidas la planteaba en Jordi Basté en El Mundo a Rac1: ¿"Un Sant Pare tiene que dar entrevistas"? Pues una vez visto el alboroto causado por el "Salvados", quizás que no ha estado de más escucharle.