Los 9 presos políticos independentistas indultados han empezado a recuperar el tiempo robado por el espíritu represor del Tribunal Supremo. Bueno, al menos intentarlo: han sido más de 3 años encerrados, una barbaridad imposible de compensar. No será, eso sí, por falta de ganas y de ilusión: en este campo van fuertes, afortunadamente. Un buen ejemplo es el de Jordi Turull, emocionado al salir de Lledoners y más convencido que nunca de su deseo de soberanía para su país. Un país que ama, de punta a punta. Ahora bien, el de Parets tiene un lugar muy especial dentro de su corazón, y que lo ha echado de menos durante este tortuoso camino: está en el Alt Urgell y se llama Josa del Cadí, un pequeño pueblo a 1.400 metros de altura, un entorno privilegiado y una población que te hace sentir en familia.
Jordi y los suyos no se lo han pensado dos veces y pasan el fin de semana en Josa del Cadí, un rinconcito de montaña que visita a menudo desde que tenía 7 años de edad. Allí tiene todo lo que necesita para ser feliz y recargar energías: naturaleza, excursiones, vida tranquila y el calor de unos vecinos que conoce perfectamente. Turull lo ha añorado durante la privación de libertad, especialmente en Semana Santa, pero eso ya es historia. Ha vuelto y espera seguir haciéndolo durante los próximos años. Su exclamación en redes sociales llena de gozo, a pesar de los sufrimientos que ha tenido que soportar: "Ahora sí. ¡Por fin!". El entusiasmo de todos aquellos que |quieren y respetan al conseller es enorme, mayor que el Pedraforca, a poca distancia de este emplazamiento.
Efectivamente, querido Jordi, ahora sí. ¡Por fin! Se lo merece, esto y mucho más. Que disfrute.