Jorge Javier Vázquez es el rey de los programas de entretenimiento y cotilleo en España y en Telecinco. Es un maestro del género, te guste o no te guste este tipo de contenidos. Ahora bien, el badalonés tiene otras inquietudes, y no tiene ningún problema en compartirlas en antena. Muchas veces, sin embargo, esto provoca reacciones airadas entre los espectadores. Incluso de compañeros de trabajo. Sobre todo cuando habla de política y demuestra sus filias y fobias, como su rechazo total contra la derecha española: la extrema... y la que se disfraza de centrista. Algunos de estos momentos son ya incunables de televisión: como cuándo mandó a hacer puñetas al paparazzi Antonio Montero por utilizar argumentos de VOX, aquel mítico "este es un programa de rojos o maricones" o su bronca a Belén Esteban por pronunciar discursos populistas y de "mercadillo". La lista es larga, pero parece que ha llegado a su final.
Jorge Javier Vázquez se merece el aplauso de los demócratas. Así se arrincona el discurso del odio de la ultraderecha.
— Manuel J Arias ✊️ (@manueljarias) April 27, 2020
Termina con esta frase:
«Este programa es de Rojos y Maricones». 👏👏👏👏pic.twitter.com/bFH8entIRI
Porque según explica el presentador estrella de Telecinco, ha tomado una drástica y firme decisión que afecta precisamente en este ámbito de opinión: se ha acabado hablar de política en 'Sálvame', en los realities o en cualquier medio de comunicación. Y no será porque no le interese, ni mucho menos. Pero cree que ha llegado a un punto que no vale la pena. Lo explica en la revista 'Lecturas': "ha llegado el momento de que deje de hablar o escribir sobre política porque la gente debe estar ya hasta más allá de las narices. Además, para qué voy a manifestarme si ya todo el mundo sabe cómo pienso". Vázquez hace autocrítica: "ya no escuchamos a los que no piensan como nosotros. Yo, el primero, y no es algo de lo que me enorgullezca". Por eso a partir de ahora estará en silencio para "no avivar llamas" y tener la fiesta en paz, aunque sabe que la situación política es cualquier cosa menos una balsa de aceite. Y no hay para dónde cogerla, refiriéndose especialmente a Madrid y las mociones de censura: "no me entero absolutamente de nada". Mejor dicho: no se lo puede explicar. En todo caso, cierra el chiringuito, cuando menos por una temporada: "opto por ponerme un esparadrapo en la boca".
Veremos cuándo le dura el voto de silencio y si es capaz de mantenerlo. La política le hace hervir la sangre, y ya sabemos cómo se pone cuándo eso pasa.