El catalán Jorge Moragas, cónsul español en las Filipinas, ha suavizado el discurso antiindepe predominante en el PP. Serán los 12.000 kilómetros que separan Madrid de Manila, o haberse pasado un año alejado del entorno de Génova, pero "este no es mi Moragas, me lo han cambiado". Bien, quizás no hay para tanto, pero su aparición en el programa de viajes Viajeros Cuatro nos ha dejado frases que, cuando menos, son curiosas. Quizás proféticas. Y es que a Moragas, el fusilamiento del héroe nacional filipino José Rizal en 1896 por parte de la Corona española le parece una burrada ("fue ajusticiado de forma errónea") ya que "no era un independentista". Bien, no era un independentista malo y perverso, como sus "compadres" catalanes. Era uno domesticado, autonomista. De los "buenos", vaya. Sin embargo, España lo encarceló y lo asesinó con un pelotón de fusileros que le dispararon por la espalda.

Rizal "hablaba un español muy correcto, pero reivindicaba una autonomía", decía el cónsul de los desfiles de concursos de belleza. Y este detalle de pedir autogobierno y reconocimiento de los derechos de la población nativa, aunque a Moragas le parezca pecatta minuta, fue suficiente para la barbarie colonial española. En fin, salvando las distancias, las espaciales y las temporales, podemos dejar volar la imaginación y que cada uno saque sus conclusiones. ¿Un aviso de lo que le pasa al rebaño que se sale del camino? ¿Una loa al autonomismo que su partido liquidó pasándose el Estatuto por el arco del triunfo? ¿Existen indepes buenos y malos?

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Cuatro

El fragmento del programa nos presentó al exdirector del gabinete Rajoy, experto en organizar comidas en La Camarga con Alicia Sánchez Camacho, en muy buena forma, bronceado, hablando como si fuera Julio Iglesias y descubriéndonos sus raíces filipinas (evidentemente, provenientes de la lucrativa explotación colonial española).

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Sólo un dato: El fusilamiento de Rizal lo convirtió en mártir, en héroe nacional de las Filipinas, y supuso el final de la ocupación española. La independencia, vaya. Y con el adiós a Filipinas, llegó el adiós a Cuba y el adiós al imperio. Y ya puestos a elucubrar, que Moragas (y España) tomen nota.