José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo ya son marido y mujer. La boda tuvo final feliz, incluso demasiado feliz: la comedia era tan bestia que parecía un espectáculo escénico, una representación teatral. El alcalde de Madrid han conseguido un hito inmenso: hacer que el recuerdo del bodorrio de Tamara Falcó e Íñigo Onieva parezca de tercera. Pasarán los años y recordaremos el 6 de abril como la fecha del festival del humor españolista más célebre. De hecho, todavía nos pellizcamos para confirmar que las últimas 48 horas han sido reales, y no un producto de nuestra malévola y juguetona imaginación.
Pellizco, por otra parte, compartido con Almeida. El soltero empedernido, que ha encontrado sorprendentemente (y sospechosamente) el amor con 48 años con una parienta lejana borbónica, todavía no se lo cree. Y no solo por haber sido "obsequiado" con la presencia de una nutridísima comitiva royal, con Juan Carlos, Elena, Cristina, Sofía llegando tarde, Victoria Federica, Froilán haciendo escala antes de ir a parar a un after en Leganés y Juan Valentín Urdangarin demostrando que es un desubicado con patas. No, José Luis no las tenía todas. Había un fantasma sobrevolando la iglesia de los Jesuitas de Serrano: el de Juan Ortega.
¿Quién es Juan Ortega? Pues el torero que se hizo famoso el pasado mes de diciembre al dejar tirada a su pareja en el altar, a 30 minutos para convertirse en un matrimonio. Almeida temía que Teresa se lo repensara mejor y protagonizara la gran evasión. Y claro, con 500 invitados, un montón de guardaespaldas y toda la prensa y televisiones emitiendo en directo la cita, aquello podía ser el apocalipsis. Una humillación sin precedentes. La pesadilla le hizo perder el sueño durante la semana anterior a disfrazarse de novio, y justo antes de salir de casa con su traje feo y sudando por cada poro de su organismo, tuvo que tomar medidas desesperadas.
José Luis tuvo que sacar el teléfono móvil, marcar el número de su futura mujer y contrastar, en primera persona, que no se echaba atrás. La revista 'Semana' se ha hecho eco de esta medida con una crónica edulcorada, la tónica habitual entre la mayoría de informadores de la jornada del sábado: "La llamada no respondía a ningún tipo de dudas, sino que el alcalde únicamente quería decirle a su futura mujer que la quería y manifestarle su felicidad por el día que estaban a tan solo unos minutos de vivir los dos. Tuvo toda la noche para encontrar las palabras exactas para demostrarle su amor, puesto que Almeida reconoció delante de los medios no haber dormido en toda la noche". Parece que fue de un pelo, no estaba todo 'atado y bien atado', ya saben. Normal que Almeida resoplara en la puerta de la parroquia. Hacía horas que no le llegaba el oxígeno a los pulmones. Mamá, qué miedo.