La desgracia del incendio de la catedral de Notre Dame en París ha desatado diversos sentimientos por todo el mundo. La mayoría, positivos, empáticos y de pésame por la pérdida (todavía no concretada) de parte del patrimonio histórico y arquitectónico de la basílica. Pero entre el alud de reacciones también encontramos, como no, las ideas de los "cuñaos" de cada rincón del planeta. Y si el "cuñao" más poderoso del mundo, Donald Trump, sugería la utilización de hidroaviones para acabar con las llamas de la catedral gótica, en España los que han levantado la mano son dos clásicos: El cantante José Manuel Soto "y olé", y el ex futbolista y comentarista deportivo Poli Rincón. Vamos por partes. El primero ha hecho las delicias en Twitter con un demoledor tuit: "Aquí estamos más preparados para luchar contra los incendios".

@josemanuelsoto1

@josemanuelsoto_oficial

El artista reconvertido en groupie de VOX firma un mensaje que se podría estudiar a la universidad de la infamia. Mezcla de todo, patriotismo rancio, planes absurdos e irresponsables ("nadie ha cogido un helicóptero para apagar el fuego teniendo el Sena al lado"), creerse el más listo de la clase y lo redondea con pestilentes conspiraciones anticristianas. Un win-win para convertirte en trending topic durante horas y horas.

La tormenta de zascas que ha recibido Soto ha sido de tal calibre que el hombre ha sacado el capote y ha vuelto a tuitear, entonando el mea culpa.

¡To-re-ro! ¡To-re-ro! "Opinamos sin conocimiento". Qué gran verdad, José Manuel. Al menos has demostrado ganas de enmendarte. Cosa que no se puede decir de Hipólito Rincón, aquel delantero del Betis y de la selección española que desde hace muchos años pasea por las emisoras de radio y que muy de vez en cuando las suelta en el peor momento... y en el lugar más equivocado. Atención a la intervención que realizó durante la retransmisión del Leganés-Real Madrid en Tiempo de Juego de la COPE.

COPE

"Qué bonito, parecen las fallas". No se puede añadir mucho más, más allá de que la emisora de la Conferencia Episcopal debe estar contentísima con el colaborador. Eso sí, todavía se espera una rectificación o una disculpa. O el despido. Son las consecuencias de dar un micrófono a los "cuñaos".