El metro de Bilbao es escenario de fenómenos paranormales. Allí se ha producido la última réplica conocida del episodio de "Las caras de Bélmez". En este caso no queda mucho espacio para la interpretación. Las señales de la red subterránea de la ciudad vasca están enviando un potente mensaje subliminal con carga política. Bien, su protagonista hace tiempo que no está en primera fila, a pesar de que de tanto en tanto pasea cual vedette por mítines y reuniones, pero sigue bien vivo en el imaginario colectivo. Y muchos, todo sea dicho, no le guardan mucha estima. Por eso impacta todavía más. Juzguen ustedes.

Aunque la intención era la de disuadir a los usuarios de patinetes de utilizarlos en las instalaciones del transporte público, la imagen en cuestión ha rescatado del pasado al líder supremo del Partido Popular de los 90 y la década de los 2000. Su bigote (a pesar de haberlo perdido, a cambio de los abdominales con los que sueña Cárdenas) perdura en el cerebro de muchos ciudadanos, de la misma forma que su talante: José María Aznar. El expresidente que se hizo famoso por el "váyase, señor González" ve cómo la frase se le gira en contra en Bilbo por caprichos de la parapsicología: "Váyase, señor Aznar". Las redes se tronchan con la anécdota.

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Mientras llamamos para consultar a Sebastià D'Arbó e Iker Jiménez, esperaremos atentos con el equipo de 'caçafantasmes' puesto por si, en vez de un caso aislado, el fenómeno se reproduce con otros personajes del trifachito (o de otras ideologías, claro está). A estas alturas, lo único que sabemos es que el más allá no es aznarista. Debe ser sabio. Y juguetón.