La Sexta no funciona. No hay manera de sacarla del pozo: sólo se salva con Alfonso Arús, a mucha distancia de Ferreras o de los programas de la factoría Évole. En cambio, apuestas importantes como la de Nuria Roca se estrella cada domingo de manera estrepitosa, lo mismo que pasa con 'El Objetivo' de Ana Pastor. La periodista se trasladó de los domingos a los miércoles, pero los resultados no es que no la acompañen, no. Es que da lástima. Están intentando taponar la hemorragia sobre la marcha, como bien sabe Víctor Amela, pero nada funciona.
Y mira que ayer apostaban fuerte, cuando menos sobre el papel: tenían a Gabriel Rufián y a Josep Pedrerol, el amo de 'El Chiringuito'. La audiencia les giró la espalda sin paliativos: en Catalunya lo vio uno triste 3'6%, mientras que en todo el Estado el grupo era un poco más grande. Pero poco: 4'1%. Ya pueden invitar a quién quieran, que el escaparate de Pastor es tierra quemada. Allí no brota absolutamente nada. Es la triste realidad de la casa.
El programa dedicó buena parte de su tiempo a charlar con el portavoz en Madrid de Esquerra Republicana de Catalunya, un hombre que siempre provoca interés en la tribuna del Congreso, en su canal de Youtube o en las redes sociales. En cambio, en el plató maldito de Ana, causó el mismo impacto que el vuelo de la mosca de la fruta. La carta escondida era el encuentro entre Rufián y Pedrerol, que no se conocían personalmente. Dos mentalidades políticas en las antípodas, aunque sean similares en acidez y capacidad de provocación. Es lo único: por no compartir, no comparten ni colores futbolísticos, aunque en el caso de Josep eso tendría que pasar por el polígrafo de Conchita. Él dice que es barcelonista, pero vaya, que lo hace de una forma que hace estallar el cerebro. De hecho tuvo mejores palabras hacia el eterno rival, el Espanyol, que hacia el Barça. E intentó tocarle aquello que no suena al de ERC. Pedrerol: "Podría ayudar más al Espanyol en Catalunya". Rufián: "Ser culé es lo fácil". Josep: "Lo fácil es decir que eres del Espanyol y no ayudarlo". Pastor quiso meter baza: "¿No te has planteado nunca tener a un tertuliano del Español?". Pedrerol: "Está en otra órbita". Rufián: "Qué va. Yo encantado. Yo encantado". Pedrerol callaba. Pastor: "No te invita, ¿eh?".
El gag y las pullas (también algún piropo) duraron poco, despidiendo a Rufián para dar paso a la entrevista con el periodista deportivo, que eso, sí se lamentaba: "Ahora que vamos a hablar de la independencia...". Lo que fue lamentable, eso sí, fue el discurso unionista, paternalista, condescendiente y con toques 'patilleros' que ofreció a continuación. "Hay quien cree en una Catalunya con fronteras. Yo no creo en eso. Soy catalán y soy español, es muy difícil decirlo. Estoy orgulloso de ser catalán, parlo el català molt bé. Me molesta mucho que el debate familiar o entre amigos sea el independentismo". También quiso meter la cuñita acerca de las palabras de Piqué sobre Madrid y Barcelona, arrimando el ascua a su sardina, claro. "En Madrid pasan cosas, en Catalunya solo pasa una. Mis amigos catalanes vienen a vivir aquí. Madrid es la ciudad que yo recuerdo de Barcelona: abierta". Todo genial. Lástima que su capacidad de critica sea unidireccional y monotema. Indepe malo, malo. España bueno, bueno. Y se acabó.
En Madrid pasan cosas, sí. Algunas de las que no osan hablar los españolistas y unionistas catalanes: la represión, el desprecio y la negación de los derechos a los independentistas. Retratado.