"Dime de que presumes...y te diré de que careces". Josep Pedrerol se ha convertido en un refrán con patas por su obsesión con la movilización convocada por el Tsunami Democràtic el próximo 18 de diciembre en el Camp Nou, donde tendrá lugar el clásico del fútbol. Lleva toda la semana muy 'preocupado' y sensibilizado por la tragedia que supone (para él y los de su cuerda) que una parte de la ciudadanía manifieste su repulsa a la sentencia al Procés durante el Barça-Madrid. El independentismo le provoca un escozor sin cura conocida, y utiliza una táctica muy tramposa: criminalizar las protestas mientras llena horas, y horas, y horas de televisión en sus programas 'futboleros'. Todavía esperamos la segunda parte del reportaje (fantasma) sobre la opinión de políticos catalanes en torno al partido y a la convocatoria reivindicativa, precisamente la que recogía la opinión de los independentistas. Debe ser que "la están peinando". Mientras tanto, acusa el MHP Carles Puigdemont de "estar con los radicales", interpela a Bartomeu, habla de amenazas y chantajes "pancarta o caos", tilda de "surrealista" a Ernesto Valverde o aplaude con las orejas la posibilidad de que vuelva a aplazarse el partido. Vaya, que Pedrerol "ha quedado RE-TRA-TA-DO"
De día, de noche, después de comer o antes de ir al lavabo. Da igual. Pedrerol tiene claro el objetivo, crispar, incendiar y favorecer la fractura criminalizando posiciones ideológicas y el derecho de manifestación política. Y de paso, arañar unas cuantas décimas de audiencia, que parece ser lo que realmente llena su ego infinito. Todavía no hemos escuchado ninguna reflexión juiciosa del periodista deportivo, que practica el maniqueísmo más insultante. No sólo con los rivales, también con su parroquia, a la que trata como a un rebaño de ovejas. Paradójicamente, lo mismo de lo que acusa a los independentistas. Pero se le ve el plumero, y los espectadores podrán ser apolíticos o incluso 'antiindepes', pero parecen más juiciosos que el conductor del programa.
Malas noticias, a Josep. Te han pillado. Y si no querías caldo, aquí van dos tazas. Por mucho que te moleste, ni el fútbol ni la democracia dependerán nunca de ti. Tendrás un gran altavoz, pero ningún poder sobre la sociedad.