La Eurocopa de selecciones de fútbol en manos de Telecinco y el equipo de Manu Carreño es porcelana en manos de un mono. Lo que ganan los espectadores teniendo todos los partidos gratis, en TV en abierto, lo pierden oyendo a José Antonio Camacho ignorando el nombre y la pronunciación de los jugadores europeos, Carreño delirando sobre por qué un señor mayor lesionado no juega, Sergio Ramos del Real Madrid o lo peor, entender que compiten equipos que representan no a Estados sino a naciones, como Catalunya o Gales. En el partido Gales-Suiza cuando suenan los himnos el locutor, el antiindependentista José Antonio Luque ha hecho el ridículo:
Un preso político, Josep Rull, estaba mirando el partido y escucha el locutor, un habitual ultra en las redes donde tuitea a favor de Manuel Valls e insulta a los indepes de "supremacistas". Luque define así el sonido de los himnos: "Suena el himno nacional de Suiza y el himno de Gales". ¿Cómo? Un señor de Telecinco que no entiende que Gales es tanta nación como Suiza. Debe confundir el himno galés con el himno del Marchena, el club andaluz de su pueblo. Penoso. Rull está muy acertado recordando naciones del Reino Unido: Inglaterra, Gales, Escocia... El problema de Luque es su anticatalanismo. Le fastidia tener que retransmitir una Eurocopa de naciones con naciones sin Estado.
Los jugadores empiezan los partidos de rodillas pidiendo respeto. Será contra el racismo o contra la ignorancia. Luque, una eminencia en política internacional, sostiene que Gales no es una nación.