11 de noviembre de 2019. Una fecha que Ciudadanos no olvidará fácilmente. La resaca descomunal de la noche electoral que marcó su hundimiento fue acompañada de la desbandada de sus líderes más ilustres: Albert Rivera, primero, y horas más tarde, Juan Carlos Girauta. El escudero de Rivera, que se había quedado sin escaño en el Parlamento español por la demarcación de Toledo, lanza la toalla. No quiere seguir. Ya no tiene sentido, dijo. Pero el hombre que guardaba las encuestas preelectorales (que le vaticinaban el desastre) para pasárselas por la cara de sus haters, no se marcha al ver que los votantes han pasado de él, de sus formas incendiarias y chulescas y del programa veleta de los 'naranjitos', no. Lo hace por despecho: "La política pierde sentido sin Albert Rivera"
Pobre Juan Carlos, que le han dejado con el "corazón partío", que diría Alejandro Sanz. Es como un adolescente enamorado al que le han birlado la ilusión, a quién han desmenuzado las esperanzas de futuro. 'Love hurts', el amor duele, que diría la canción. Mucho más que el sentido común. Cosas de Girauta, ya saben. Pero no nos engaña, que conocemos bien sus "habilidades" oratorias. Como Óscar Dalmau, que no se cree su enamoramiento. Más bien, el copresentador de 'La Competència' diría que siente amor por otra cosa (que no persona): El escaño que ha perdido y que no recuperará (al menos no en Cs). Quién dice escaño, eo sí, puede decir otra cosa, cómo apuntan en las redes.
Juan Carlos, sin acritud: "Es la hora de los adioses, y nos tenemos que decir: ¡Adiós! Hermanos, démonos las manos, señal de amor, señal de paz." Hay cola para despedirse de ti.