Miles de espectadores recibieron con los brazos abiertos la noticia de hace unas semanas sobre que Juan Carlos Rivero dejaría de ser la voz de los partidos de la selección española para TVE. Hartos ya de sus narraciones, no ven la hora de dejar de apretar el mute en el mando a distancia para no oírle cada vez que dan un partido por la cadena pública española... Seguro que todos ellos no ven la hora de que esta medida se aplique también a los partidos de competiciones de club, como la Copa del Rey. Pero de momento, este jueves, tuvimos que volver a sufrir como el periodista volvía a ser el encargado de narrar el partido entre el Madrid y el Barça en las semifinales.
Nuevo Clásico, y nueva demostración de cómo de partidista se puede ser en una narración. No es ni la primera, ni la segunda, ni la veintena ni será la última vez que Juan Carlos Rivero demuestra tener muy poca vergüenza cuando explica qué pasa en un partido donde uno de los dos contrincantes es el Madrid de sus amores y donde el otro es, curiosamente, su máximo rival. Se le ve el plumero de una hora lejos, y no hace ningún esfuerzo por disimularlo. Parafraseándome a mí mismo, cuando en una eliminatoria anterior, Rivero indignó a los aficionados del Villarreal, que jugaba contra el Madrid, servidor vaticinó: "¿Indignante escuchar a Rivero en un partido del Madrid?... Hay una cosa peor: escuchar a Rivero en un partido del Madrid... contra el Barça. Esperad el sorteo de este viernes sobre la eliminatoria de cuartos... Como toque un Clásico, preparad tilas, porque la retransmisión puede ser de traca"... Y dicho y hecho.
Un partido donde una de las jugadas más destacadas fue una tarjeta amarilla a Vinicius por coger del cuello de manera grotesca a Frenkie de Jong, como si fuera un luchador de Pressing Catch. Una jugada que merecía una indiscutible tarjeta amarilla. Y aún gracias, porque el jugador brasileño después se enfrentó con el árbitro, levantándole el dedo pulgar y gritando a un metro de sus morros, que bien podría haber sido merecedor de otra tarjeta. Pero Rivero y el comentarista del Madrid que había, el exjugador Rubén de la Red, se ponían las manos en la cabeza, repitiendo una y otra vez que se habían cogido los dos, que había marcado el partido y que el Madrid se había descentrado por esta decisión.
En cambio, cuando le enseñaron una amarilla a Gavi por decirle no se sabe qué a un jugador del Madrid, pasaron de puntillas y no incidieron nada sobre si se había pasado de la raya el árbitro o no. Por no hablar de que todo se miraba bajo el foco del Madrid, cuando el Barça robaba alguna bola, era porque se habían despistado los del Madrid, no por méritos culés. Y así, hasta el infinito. Casi es como si al marcar al Barça le hubieran sacado una costilla. Y de poco que con cada córner, no baja él desde la cabina de retransmisión, se pone una camiseta blanca y va a rematar. Por no hablar de cómo cantó el gol del Barça. Seguro que narrando la carta de ajuste le pone más pasión. La red, más que harta:
¿Lo mejor? Como recuerdan algunos espectadores, el momento en que el sonido no se oyó y le cortaron la voz a Rivero durante unos segundos... Ojalá el próximo día, si vuelve a pasar, alguien se olvide de volver a conectarlo.