Hace una semana, el Barça ganó al Madrid en la final de la Supercopa de España disputada, el dinero manda, en Arabia Saudí. Después de la brillante victoria de los de Xavi Hernández, por 3 a 1, tocaba el momento esperado de levantar el título. Antes, sin embargo, entrega de medallas de las autoridades, con el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, en primera línea saliendo en las fotos y entregando y colocando las medallas en los cuellos de los jugadores azulgranas.
Una semana después, escenario similar. Nuevamente, una final de la Supercopa de España. Ahora, en categoría femenina y en Mérida en lugar de Arabia Saudí. Nuevamente, el Barça se impone a su rival, esta vez, la Real Sociedad. Nuevamente, un marcador similar, 3 a 0. Y nuevamente, con la presencia de autoridades en el palco, encabezadas por el mismo Rubiales. Pero fíjense bien en cómo fue el momento de las medallas... Seguro que notarán alguna pequeña diferencia, echarán de menos a alguien...
Efectivamente, esta fue la miserable manera como dieron las medallas a las jugadoras del Barça. Iban vestidas con la misma camiseta que Busquets, Gavi o Lewandowski, pero se ve que las Marta Torrejón, Aitana Bonmatí, Sandra Paños, Clàudia Pina y el resto de compañeras de vestuario no merecían que Rubiales bajara del palco a ponerles él las medallas como sí hizo con el Barça masculino. Los espectadores no daban crédito:
¿La justificación torpe de la RFEF por este tipo de buffet libre, de self service de hotel de pulserita? Que "De acuerdo con los protocolos de premiación de la RFEF, y teniendo en cuenta tanto el elevado número de representación institucional, así como las infraestructuras para el acceso al palco desde el césped del estadio, el departamento de Protocolo decidió activar la ceremonia de entrega en el palco de la misma manera que se lleva cabo en la Copa del Rey: entrega de la Copa a la capitana del equipo campeón y entrega de medallas al equipo vencedor en césped/vestuario". Excusas chapuceras. Palique sin sentido. ¿Protocolo? El que tengo aquí colgado. Hay que tener mucha jeta y muy poca vergüenza. Muy poca dignidad para hacer el paripé de esta manera y hacer que unas supercampeonas tengan que colocarse ellas mismas las medallas. ¿Machismo? ¿Catalanofobia? Un poco de todo. No hace falta recordar el papel grotesco del mismo Rubiales hace cinco años, cuando en la final de la Copa de la Reina del 2018 intentó que la entonces capitana Laura Ràfols quitara la senyera de la copa:
Quien también ha comentado la jugada ha sido Juanma Rodríguez. El periodista madridista, habitual de El Chiringuito de Pedrerol, ha criticado la actuación del presidente de la RFEF. Pero no por machista, sino por cobarde: "la cobardía ha sido infinita porque no han sido problemas de protocolo ni tampoco de espacio en el palco, sino el miedo, la jindama, el puro y duro acojone lo que ha provocado todo esto. ¿Y miedo a qué?", pregunta en LibertadDigital. Él mismo responde, y en la respuesta, Gargamel desbarra y vomita insultos contra las jugadoras azulgranas: "Pues ni más ni menos que al efecto que pudiera provocar una foto de Rubiales o Vilda apareciendo junto a algunas de las quince chantajistas que amenazaron con no volver a la selección, como así ha sido, si no se les entregaba la cabeza del seleccionador nacional en bandeja de plata".
Y sigue: "¿miedo a qué? ¿A unas crías? ¿Miedo a unas chavalas acostumbradas a hacer y deshacer y a imponer su voluntad? Yo creo que la Federación ha actuado bien desde el primer minuto con las quince chantajistas pero reconozco que su actitud meliflua y blandengue, más propia de un alfeñique que de alguien con criterio propio, me hace dudar". Rodríguez, poniendo el foco en las jugadoras del Barça, a quien falta el respeto, y no dónde tocaría. Un ejemplo más de cómo alguien puede enloquecer por su odio a todo lo que vaya vestido de azulgrana.