Ya hace días que las diferentes cadenas han vuelto a poner en sus respectivas parrillas toda la carne en el asador. Los programas más esperados y los presentadores estrella han vuelto delante de cámaras en esta nueva temporada 2021-2022. TV3, Telecinco, Antena 3... Faltaba un programa excelente que hacen en TVE en el circuito catalán. El que presenta y dirige cada jueves por la noche Xavier Sardà, su Obrim fil, un debate imprescindible, ameno, divertido e interesante sobre diferentes temas.
Para estrenar nueva temporada han escogido el tema de las bodas, tratando de responder preguntas como: "La pareja: ¿mejor casada?, ¿Casarse hace más fuerte la pareja? ¿Hacer papeles, implica un compromiso mayor? ¿Por qué hay un repunte de las bodas"?. Y entre los tertulianos para analizarlo, Adam Martín, Xavier Pérez Esquerdo, María Gómez, Àngel Llàcer o Manu Guix... Y también, la maravillosa Judit Mascó.
La modelo más emblemática de Catalunya hace 28 años que se casó con su marido, el abogado Eduardo Vicente. Un día que fue especial, y no sólo por el enlace en sí. También, por quien era ella: "Yo me lo pasé bien, pero claro, yo me casé cuando era muy, pero muy famosa". Tanto, que como ella misma lamenta, no pude ni ir a probar la comida del menú para que no se supiera que me iba a casar. ya fueron los padres y a mí ya me estaba bien todo".
Y es que cuando se casó, en agosto de 1993, hacía tres años que había salido en la mítica portada de Sports Illustrated y que se había convertido en una top model de alcance mundial, donde todas las revistas, marcas y pasarelas se la disputaban.
Con tal, pues, de evitar a los paparazzis, tuvo que hacer de todo. Incluso, ponerse una peluca. "Al cura del pueblo de al lado, para pedirle permiso de que queríamos ir con nuestro propio cura, tuvimos que pedirle permiso y charlar con él un rato... Y para que no me reconociera, me puse una peluca, de color castaño, de media melena. Iba mega camuflada, con mis gafas de sol, y todo fue muy bien".
La boda fue reducida, sólo 60 invitados, sin embargo "en el momento que salí del garaje de mis padres, ya había paparazzi por todas partes, nos siguieron, hasta una ermita en Sant Lluís de Rístol, en Viladecavalls. Nos casamos allí porque estaba encima de todo de una colina y podíamos poner toda la seguridad abajo y que nadie se colara. Para poder tener yo una boda bonita y relajada, mi madre y mi representante sí que no estuvieron relajadas, sacando canapés a la prensa, pero allí no pasó nadie".
Una boda, por cierto, que vendieron en la revista ¡Hola!: "Pagaron mucho dinero y nosotros ya lo distribuimos a tres entidades sociales".