La España más rancia es incorregible: llevan en su ADN el maltrato y asesinato animal. Lo reivindican como un símbolo cultural, como un derecho inalienable e incluso exigen subvenciones públicas para continuar con sus burradas. Si osas enfrentarte a ellos, ya sabes lo que te espera: criticas feroces, insultos, desprecio... Se sienten legitimados por algún tipo de gracia divina, y ya no se conforman con actuar en su territorio: también se van al extranjero para perpetrar matanzas. Un ejemplo que todos tenemos en la cabeza: Juan Carlos I, el rey emérito huido, cazando elefantes en Botsuana. Afortunadamente, en el pecado encontró la penitencia, y aquella famosa foto supuso el principio de su fin. Otra fotografía, mucho más reciente, está indignando en todo el mundo. Especialmente en Portugal, donde un grupo de 16 cazadores españoles han cometido una verdadera carnicería, matando a 540 ciervos y jabalíes como psicópatas.
Este pasatiempo sanguinario es un atentado sin paliativos, y la indignación se extiende también en el estado español. Entre los que han levantado su voz de forma implacable, encontramos a Julia Otero, estremecida y enfurecida. Su sentencia es para enmarcar, y seguramente no gustará nada a muchos de sus parroquianos de la derechista Onda Cero: "Asco y tristeza. ¿De qué pasta están hechos estos indeseables?". De una realmente abominable, sin ningún tipo de dudas. Eso no es cazar: eso es una burrada mayúscula. Entrar en éxtasis sembrando la muerte de forma masiva y exhibirlo como una hazaña define perfectamente a estos miserables. El clamor de la locutora arrasa.
Ojalá que el gobierno portugués actúe y persiga sin descanso a los autores de la matanza. Cada una de sus víctimas son más dignas que todos ellos juntos.