No descubrimos nada si decimos que escuchar a Julia Otero siempre vale la pena. Por muchas razones. Incluso la mayor parte de aquellos que no están de acuerdo o que piensan de manera diferente a la presentadora gallego-catalana estarán de acuerdo. Eso lo sabía perfectamente Jordi Évole mientras le dedicaba un capítulo de 'Lo de Évole' en La Sexta. Era un triunfo seguro, una delicia, un privilegio e incluso una obligación como comunicador. Otero son palabras mayores. Su carrera la avala, por no hablar de su categoría humana. Évole, hay que decirlo, se lo curró con un programa sensacional, con estética ochententera, la época en la que muchos la descubrimos y la convertimos en ídola. Con 62 años, toda la 'mili' del mundo y habiendo superado muchos obstáculos, Julia es más Julia que nunca.
La de Onda Cero provocó un tsunami de titulares de impacto, vivencias y anécdotas únicas y sorpresas, muchas sorpresas. La clave feminista y de reivindicación de las mujeres ocupó la parte central de la conversación: desde relatar su reacción contundente a asquerosos intentos de acoso sexual que sufrió en el trabajo, a sentenciar la extrema derecha de VOX como un peligro constante para el colectivo o compartir el ejemplo de educación que recibió en casa por parte de su padre, en una época en la que la palabra "feminismo" era una utopía. Pero Julia fue más allá, narrando curiosidades de sus entrevistas más famosas: por ejemplo, quien fue el que más le mintió a la cara. Entre ellos estaba un banquero corrupto que, en aquella época, era Dios: Mario Conde. Era 1989, y a pesar de los esfuerzos de Otero, el tipo parecía haber ido allí sólo a tomarle el pelo y tirarle los trastos. Vaya estómago, Julia.
El magnetismo de Julia ha sido arrebatador desde el primer día. Intelectual, comunicativo e incluso físico. Esta última característica es la que provocaba que los machos (no podemos decir que todos fueran hombres) la redujeran a una cara guapa con la que intentar ligar. Pero claro, no tenían ni idea de quién tenían en frente, y se marcharon con la cola entre las piernas. Ha estado siempre con aquel que ha querido, sin presiones ni coacciones. Entre sus conquistas, Évole le dijo que tenía información fehaciente sobre un hombre muy, pero que muy famoso con lo que tuvo una historia. Ella no se lo creía del todo, pero el catalán le escribió las iniciales en un papel. Y por su reacción, acertó. En casa nos quedamos con la miel en los labios.
Un misterio, sin embargo, que no mantuvo en torno a otra bomba que Otero quiso compartir con el público. Y en clave catalana. La periodista estuvo muy cerca de convertirse en la directora de Catalunya Ràdio. Su valía y la huella en el público impresionaba a la clase política: la querían en su equipo. Fue Pasqual Maragall quien le planteó la oferta, aunque ella declinó el ofrecimiento. Tenía sus motivos. Los pueden oír en el vídeo:
Otero, ayer, hoy y siempre. Enorme. Irrepetible. Insobornable.