Kiko Hernández ya no es como de la familia. No ha abandonado la televisión del todo, porque todavía continúa ligado a Telecinco con una teletienda de madrugada, pero su época dorada parece haber pasado a mejor vida. De momento, claro. Porque tiene previsto volver, siente que se lo rifan. Y si Lydia Lozano, Terelu Campos y algunos más han encontrado cobijo (unos mejor que otros), él también. Y por eso está afilando el colmillo, una de sus características más conocidas durante décadas de carrera televisiva. No lo decimos nosotros, ¿eh? Él mismo lo reconoce: "Si yo he sido un hijo de puta veinticinco años en la tele, cómo me van a decir ahora '¡ay qué bonito, qué guapo eres'! Pues no. Cada uno recibe también".
Estas palabras las ha puesto negro sobre blanco la revista Shangay, publicación de referencia del colectivo LGTBI+, y que está recibiendo fuertes críticas por dar voz a Hernández: un hombre que se ha resistido a reconocer su homosexualidad, y que ha hecho el papelón de heterazo misterioso, machista y misógino en muchas ocasiones. Y casposo, muy casposo. Solo cambió de parecer de manera sorprendente en las postrimerías de 'Sálvame', con una posterior doble boda en un bingo de Madrid y un hotel de Melilla con el actor de teatro Fran Antón. Le cayeron muchos palos, especialmente significativos los de Jorge Javier Vázquez, que se sintió estafado por aquel a quien consideraba un íntimo. Pues bien, la conversación con Shangay tiene mensaje para el presentador de Badalona, también para sus antiguos jefes.
"En Sálvame han querido sacarme a hostias del armario quinientas mil veces. Y no lo han hecho, lo hice cuando me dio la gana a mí. Podía haberme ido sin haberlo hecho. Lo dije porque era cuando me salía a mí el contarlo". Vuelve el Kiko más vehemente, vengativo, destapando las miserias de su antiguo universo. Reparte sin piedad contra los que también lo critican por salir en la revista: "Cada uno sale del armario cuando le sale de los huevos, ¿vale? No hay nada definido, ni escrito, o si no que me lo enseñen estos profetas, les reto a que me digan en qué artículo de la Constitución viene 'tienes que salir justo a los 42, a los 21...' Cada uno sale cuando le sale de los cojones. Como si hubiera querido estar dentro toda mi puta vida".
Más dinamita: "Hoy, si abro mi Twitter, tengo más de cien comentarios metiéndose conmigo, pero a los haters que les vayan dando por donde amargan los pepinos, porque me la suda. A mí los haters no me preocupan, son gente anónima que no da la cara. Por la calle a mí no me dicen las burradas que dicen en las redes sociales. Primero, porque no tienen huevos, no se atreven. Si abres los perfiles de uno que te llama feo, es un tío bizco, con el ojo p'acá, mellado, sin dientes y dices '¡mira que tienes cojones!'" Y una bravata final, la de los antiguos novios: "A alguno lo ocultaba porque alguno era más conocido que yo". No da nombres, pero cuadra con determinados rumores sobre altas esferas. Y hasta aquí puedo leer, porque el tipo dosifica como una mala cosa. Un profesional, por otra parte.