Kiko Jiménez vive una etapa muy complicada en 'Sálvame'. Su puesto de trabajo peligra más que nunca. El programa destapó una práctica lamentable en su cuenta en Instagram: promocionar páginas de contactos a través de sus stories. Un hecho por el cual le pueden echar de la agencia de representación In Management, la empresa de influencers de la catalana Dulceida. El de Linares se enfadó muchísimo con el programa de Jorge Javier Vázquez, y empezó a disparar a diestro y siniestro contra sus compañeros, como Belén Esteban o Kiko Matamoros. Un comportamiento que no ha hecho más que empeorar la situación. Jiménez podría perder sus dos principales empleos. Días negros para el novio de Sofia Suescun.
Una Suescun que tiene también un pasado convulso con Telecinco por su carrera en las redes sociales. Rechazó formar parte de la nómina de estrellas de la empresa de representación promovida por Paolo Vasile y pagó las consecuencias. Ahora bien, la navarra nunca ha echado de menos ir a los programas de Mediaset para ganarse muy bien la vida. Tiene 1.3 millones de seguidores, y esto en este negocio es oro. Mientras tanto las cifras de Kiko son más modestas, aunque no están nada mal: 400.000. Él sí seguía trabajando en Telecinco, disfrutando de un escaparate muy potente. También para multiplicar el efecto de su pifia promoviendo la contratación de scorts. Lo tiene negro. Se hará daño.
Ahora bien, este incidente no ha sido el motivo de la impactante imagen que el andaluz ha compartido en su cuenta. Jiménez se fotografía hecho un cromo, con varios vendajes y ensangrentado. Tiene heridas en el cuerpo y en los brazos. Por su cara, eso sí, podemos deducir que no le pasa nada grave. Las lesiones son buscadas, intencionadas. No es que se esté autolesionando, tampoco que respondan a alguna filia extraña con su pareja. Ni siquiera que los perros de su pareja Sofía o de la suegra Maite Galdeano lo hayan tomado por la merienda de hoy. La respuesta es sorprendente. En este época en la que si no llevas un tatuaje parece que no eres nadie, Jiménez conduce en la dirección contraria. Él no se pone, él se los quita. Y eso duele.
Hace daño y es pesado. Lleva seis sesiones de láser para conseguir eliminar los diseños que se estampó mientras estaba con Gloria Camila Ortega, su ex, hija de José Ortega Cano. Se detestan. Y con todo el alboroto del documental de Rociíto y la separación del torero, la cosa ha ido a peor. Kiko no quiere tener ninguna marca de aquella relación, y está dispuesto a todo para alcanzarlo. El más grande lo llevaba en el pecho: una cruz de grandes dimensiones entre dos rosas llenas de espinas. En el brazo, el número 24 en grafía romana. Un tatu compartido con Gloriaca, que celebraba la fecha de su aniversario. También ha eliminado una corona muy visible en una de sus extremidades. Nunca más. "Llegar a casa lisiado, pero contento," escribía. Bueno, contento, contento, no sería la palabra.
El amor hace daño. El desamor, mucho más.