El paso de Kiko Matamoros por 'Supervivientes' es historia. Se marchó hacia Honduras presumiendo de forma física, postulándose como el mejor concursante de todas las ediciones y diciendo que la aventura televisiva era un sueño hecho realidad. La realidad, sin embargo, es otra. Y bien diferente. Ni está tan fuerte ni tan en forma, ni ha demostrado ninguna habilidad especial como superviviente, y sobre todo ha estado a dos minutos de pasar del sueño a la pesadilla más absoluta. Las ha pasado canutas, especialmente en el aspecto físico. Matamoros, siempre forzudo, es todo fachada. Por dentro de la cosa cambia. Ahora bien, lo que sí ha demostrado día tras día es su capacidad para pelearse, discutir y crear conflictos. En eso es un 10, y por eso le pagan generosamente en Telecinco. Esta es la verdadera motivación del colaborador televisivo, la pasta. Salir de la lista de grandes morosos requiere medidas extremas, y 'SV' era una oportunidad perfecta. Pero todo se ha acabado, lo han echado y ya está en Madrid.

Los seguidores del reality han sufrido por la integridad física del de 'Sálvame'. Ha perdido parte de un diente, ha estado a punto de ahogarse incapaz de nadar unos cuantos metros, también se vio atrapado en la arena sin poder salir, se le ha deshecho una oreja... También ha sido devorado, literalmente, por los mosquitos. Las pruebas físicas eran un drama, llegando al punto de no mover un solo músculo en muchas de ellas, o hacerlo con una desgana galopante. ¿La parte positiva? Que animaba el cotarro y revelaba las trampas de los concursantes, él incluido. También le leía la cartilla a algunos que se lo merecían. Y la táctica le estaba yendo muy bien, hasta que se pasó de frenada con Mariana, una compañera de concurso de origen venezolano. Se le escapó un poco de racismo, clasismo y machismo de los bolsillos, y lo ha pagado. De intocable para la audiencia (y el programa) a expulsado en un abrir y cerrar de ojos.

Kiko Matamoros con un diente roto en 'Supervivientes' / Foto: Telecinco

Kiko Matamoros con la oreja deshaciéndose en 'Supervivientes' / Foto: Telecinco

Kiko Matamoros devorado por los mosquitos en 'Supervivientes' / Foto: Telecinco

Kiko Matamoros, más demacrado que cuando sufrió graves problemas de salud

Matamoros no ha ha alargado más la agonía y ha subido al primer avión que la organización ha encontrado disponible. Tenía ganas de acabar y volver a casa con su amor, Marta López Álamo, y sus nietos. Unas criaturas inocentes que quizás se asustan al volver a ver aquello que, en teoría, es su yayo. Un hombre quemado por el sol y demacrado como nunca que se les acerca con intenciones de abrazarlos. Mamá, miedo. Las imágenes que llegaban del Caribe ya eran elocuentes, pero su llegada al aeropuerto de Madrid todavía estremecen más. Es un ecce homo. Incluso más que cuando sufrió problemas de salud hace dos años, ingresado por una operación de vesícula que salió mal. En 2020 quedó en los huesos por motivos médicos, ahora las razones son otras. Y los resultados, peores.

KIKO MATAMOROS EN 2020:

Kiko Matamoros muy delgado en 2020 / Foto: @martalopezalamo

KIKO MATAMOROS EN 2022:

Kiko Matamoros ha vuelto demacrado de 'Supervivientes' / Foto: Chance

El aspecto físico de Matamoros en el aeropuerto de Madrid, un auténtico cuadro

El castigo físico al tertuliano de 65 años es descomunal, y quizás ha sido el indicador más alarmante para Matamoros para decir basta. Si la cosa se alarga más, lo perdemos. Incluso la gorra con la que tapa su cabeza pelada le va grande. La ropa, los gestos, la forma de caminar. También los auriculares que el equipo de producción del reality le ha colocado al llegar a la terminal, evitando así tener contacto con los periodistas, parecían gigantescos en su anatomía. Todo da un poco de cosita, la verdad. Vuelve hecho un cromo, pero con algo de dinero más, aunque Hacienda le reclamará inmediatamente la deuda. Pero vaya, que está en casa. No es poca cosa. La nevera ya tiembla.

Kiko Matamoros irreconocible después de 'Supervivientes' / Chance

En Kiko no ha sido el coco de la edición. Da miedo, pero no ha ganado.