En el circo mediático en torno a la bomba Rocío Carrasco tan importante son los que están cómo los que no. Y a medida que pasan los días, algunas ausencias son reveladoras del clima que se vive en 'Sálvame'. El programa, que durante años ha jugado a favor de Antonio David Flores, ahora actúa como verdugo del malagueño: las acusaciones de violencia de género han provocar su despido exprés. En cuanto a los posibles defensores del colaborador, viven en la cuerda floja: Carlota Corredera abronca a presentadoras de prestigio como María Patiño, mientras que los programas especiales sobre la hija de la Jurado se nutren de opiniones que, o bien son fieles a Carrasco, o juegan el papel de arrepentidos por haberse alineado con el exguardia civil. La disidencia es una rara avis. Y uno de los más disidentes ha sido siempre Kiko Matamoros, que no ha vuelto a pisar el plató de Jorge Javier Vázquez desde el estreno.
Matamoros yi Vázquez mantuvo un roce importante el viernes 19 de marzo, cuando faltaban dos días para el estallido total del asunto. El badalonés defendía a ultranza en Carrasco, y no admitía las dudas de ninguno de los tertulianos. Tampoco las de Matamoros, abiertamente hostil con Rocío y amigo personal de Flores. Evidentemente, no formó parte del elenco del estreno, cosa extraña porque Kiko es un habitual en todas las tramas. Al día siguiente tampoco estaba en 'Sálvame', aunque sí en el debate de 'La Isla de las Tentaciones', donde tiene plaza fija. Los días han ido pasando, y del calvo exrepresentante, ninguna noticia. El runrún y las sospechas crecían: ¿era una nueva víctima colateral del caso? Quizás por eso su novia, Marta López Álamo, ha hecho de portavoz y ha acabado (o no) con las especulaciones: los dos se encuentran confinados en casa después de haber tenido contacto con un positivo por coronavirus.
La explicación pone punto y final al misterio. Sólo, eso sí, en teoría, por qué todavía queda una duda flotando en el ambiente: de acuerdo, está confinado en casa, ¿pero no puede conectar por teléfono? Sus opiniones siempre habían tenido mucho peso en ese plató. Y ahora nadie quiere oirlo. Curioso, cuando menos.