Kiko Matamoros tiene 67 años y mucho tiempo libre. El fin de 'Sálvame' supuso un parón relevante en su agitada vida profesional; a pesar de participar en 'Sálvese quien pueda' de Netflix y de dar entrevistas promocionales, no ha vuelto a ocupar una silla en ningún plató de televisión. Se dedica al dolce far niente, más allá de acompañar a su señora, viajar y hacerse unos arreglillos. Ay, los retoques estéticos y Matamoros, eso sí que es una historia de amor. Un matrimonio indestructible con una única finalidad: vencer a las agujas del reloj, parar el tiempo e incluso retroceder. Viajar al pasado. ¿Está consiguiendo la meta? Bueno, se diría que sí. De aquella manera, pero sí.
Matamoros ha experimentado una transformación física extraordinaria desde que lo conocemos por televisión, ya hace unas cuantas décadas. La lucha ha sido titánica. Lucha, sí, porque una cosa es aquello de "quiero verme bien" a una vorágine de tratamientos, de operaciones, de retoques, pinchazos y similares, dejando como resultado visible auténticos destrozos que, con el tiempo, se fueron poniendo en su lugar. Un lugar nuevo, claro, porque hay cosas en la cara de Kiko que no están en su posición original. Ni siquiera natural, vaya. Es lo que pasa cuando estiras, coses y planchas sin parar. No queda igual. ¿Más joven? Quizás sí. Pero raro, raro, raro. Nada que ver con el original. El operado, claro.
¿Y cómo era aquel Kiko inmaculado, con 19 años, por ejemplo? Pues otro señor. Tiene una semblanza, claro, pero no es él. Suerte que tiene que el estadio Santiago Bernabéu instalara accesos automáticos y no haya un señor comprobando los carnés de abonados: no lo dejarían pasar. Lo decimos porque Matamoros, madridista irredento, exagerado y con aires de hooligan merengón, ha enseñado su carné de socio en redes sociales, fechado en 1975. Es el socio 36.756, acaba de celebrar el 49 aniversario. Medio siglo. La foto es despampanante, con pelo, pelusa, peinado de buen niño y las cosas en su lugar. Una persona mucho más real que el actual Matamoros. Como hemos querido enseñarla con detalle y las resoluciones informáticas son las son, nos hemos permitido la licencia de, incluso, pasar la foto de carné por una herramienta de IA. Un festival de la tecnología.
Kiko publicaba el documento haciendo promoción de una entrevista en una revista, dónde se desata como seguidor blanco: "El Madrid es algo más que un equipo de fútbol. Es la única evidencia de la existencia de Dios. Me emociona porque yo también iba de niño. Había una entrada para menores de catorce años y militares sin graduación, en el tercer anfiteatro, arriba del todo, y la gracia consistía en que nos íbamos colando y al final acabábamos en tribuna. Gracias a Dios, los equipos se pueden elegir". También escoge ser un anticulé grosero (por no hablar de otros aspectos de la catalanidad), pero eso no dice ni pío. Que le aproveche.