Isabel Pantoja pasa por momentos delicados. La salud de la cantante, de 67 años, ha tumbado su enésimo renacimiento a través de conciertos y giras. Unas actuaciones que, el viernes pasado, quedaron suspendidas repentinamente: era ingresada de urgencia en un hospital de Córdoba acompañada de su inseparable hermano, mánager y confidente, Agustín Pantoja. Salió después de unas cuantas horas de pruebas y observación médica, continuando la recuperación en la famosa finca de Cantora, en la sierra de Cádiz. Sin embargo, la rumorología y especulaciones de algunos medios están haciendo saltar las alarmas: necesitaría, presuntamente, un trasplante de riñón. Sería la única vía para superar la patología renal que arrastra desde hace años, cuando fue atendida por una nefropatía diabética. Poca broma.
El clan se mantiene en silencio sobre la realidad de la situación de la Pantoja, y sus aliados más íntimos (los pocos que le quedan) se están poniendo muy nerviosos por las filtraciones sobre este aspecto de su vida privada. Por ejemplo, Anabel Pantoja, la sobrinísima y embarazada. La colaboradora de Ana Rosa Quintana saca las garras por su tía, convirtiéndose en el gran ariete de la familia contra los medios rosa. En cambio, los dos hijos de Isabel no está en la misma línea. La relación con ellos, con Kiko Rivera e Isa Pantoja, tampoco es la ideal, pero vaya: en circunstancias como estas imaginas un mínimo de empatía. Un poco de calor. Una tregua. Pues va a ser que no. A la yugular.
El primogénito, Kiko, vuelve a la carga contra la madre que lo matriculó, ensañándose de manera cruel en redes sociales. Veníamos de una etapa de aparente calma entre los bandos enfrentados, tras aquel campo de batalla público y televisado en el que Paquirrín dejaba a Pantoja como un trapo sucio y maloliente. Nunca acabaron de arreglar las cosas, pero la intensidad había quedado reducida a la mínima expresión. Por eso, las palabras que ha escrito en Instagram en un momento tan delicado hacen pensar que se estaba reservando la puñalada para la ocasión adecuada. El texto es despiadado, viene a decir que "Dios pasa factura". Y remacha el clavo: "Amén".
Kiko ha escrito 'frases para la revancha' en Google y se ha quedado con esta: "Justicia divina: Todo aquel que obra mal, al final le irá mal. Puede que en un inicio las cosas le salgan como las había planeado, pero tarde o temprano Dios se encargará de pasar factura, pues la justicia divina es algo de lo que nadie puede escapar". Seguro que, como acostumbra a pasar, Rivera saldrá al paso explicando que hemos malinterpretado la frase o que lo sacamos todo fuera de contexto. Incluso que 'es que no se puede hablar de nada, dictaduraaaaaa'. Pero somos lo bastante mayorcitos y hemos seguido el culebrón el tiempo suficiente para saber que aquí disparan con bala. Cuánto amor. Un consejo, Kiko: ve con cuidado que el karma no te lo devuelva.
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