La vida de Kiko Rivera siempre suscita mucho interés y polémica. Todo lo que hace o dice no pasa desapercibido para nadie. Y, lo último que ha hecho, para no variar, tampoco. El caso es que el hijo de Isabel Pantoja, con quien no se habla desde hace muchos meses y no se espera que lo haga a corto plazo, ha cambiado radicalmente de estilo de vida.
Si hasta hace muy poco vivía en una pequeña casa adosada en el municipio sevillano de Castilleja de la Cuesta, ahora ya no es así. El cantante, su mujer Irene Rosales y sus dos hijas se han cambiado de casa y han estrenado una nueva vivienda, mucho más grande, que se encuentra en el mismo municipio. Una nueva etapa vital con la que Kiko Rivera deja claro, una vez más, que problemas económicos nunca ha tenido, ni tampoco sabe qué son. Foto de los dos:
Hace unos meses Kiko Rivera e Irene Rosales anunciaban sus deseos de cambiarse de casa, y ahora se ha convertido en una realidad. El matrimonio se ha mudado a una nueva vivienda, mucho más grande, para que sus hijas puedan crecer con mucho más espacio para jugar y también tengan mayor intimidad, que en la anterior casa que tenían. Una nueva vivienda que llama la atención por el color granate de su fachada, parecida a una plaza de toros.
Aunque, si hay algo que realmente destaca, y mucho además, de la nueva casa de Kiko Rivera e Irene Rosales es que está inacabada. Así se puede ver en una de las fotografías que los paparazzi han hecho en las últimas horas, en la que se muestra que en la planta baja hay varias zonas tapiadas con ladrillos que están llenos de moho. Una imagen vale más que mil palabras y la tenemos. Es esta:
Una vivienda que, según se aprecia en la imagen, cuenta con una gran terraza en la zona superior, además de un parking para que Kiko Rivera pueda aparcar su último y carísimo capricho: el coche familiar Audi Q7 valorado en 80.000 euros, que se compró a mediados de julio del 2021.
Un inmueble, las cosas como son, que no reúne todas las características que Kiko e Irene buscaban inicialmente para su nuevo hogar. El matrimonio, entre otras cosas, quería una casa con un gran jardín y que además tuviera piscina, para soportar las altísimas temperaturas que durante los meses de verano se registran en Andalucía. Por suerte en Cantora hay piscina. Y tampoco le queda tan lejos de su nueva casa, unas dos horas en coche aproximadamente. De tener mucho calor, ahora que aún no ha terminado el verano, ¿se animará a ir? Si no le abren siempre puede hacer como hizo su hermana: saltar la valla.