Kiko Rivera, conocido tanto por su carrera como DJ como por sus interminables polémicas, ha sorprendido al revelar una dura verdad que lleva arrastrando desde la infancia: padece Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Esta confesión, realizada en el podcast ‘Poco se habla’, ha generado un gran revuelo, pues podría explicar muchas de sus decisiones más controvertidas. Sin embargo, no todos están convencidos de que esta revelación sea una excusa válida para su historial de escándalos.
Desde su niñez, Kiko ha lidiado con una condición que afecta su capacidad de concentración, impulsa reacciones descontroladas y le dificulta gestionar sus emociones. Aunque nunca antes había hablado abiertamente del tema, el DJ asegura que esta enfermedad ha influido directamente en su vida personal y profesional, generando conflictos que lo han alejado de su familia, en especial de su madre, Isabel Pantoja, y de su hermana, Isa Pantoja.
Un historial de impulsividad y comportamientos polémicos
Si algo ha caracterizado a Kiko Rivera es su temperamento explosivo y su incapacidad para medir las consecuencias de sus actos. Desde sus conflictos familiares hasta sus desafortunadas intervenciones en redes sociales, el hijo de la tonadillera se ha ganado la fama de ser impredecible y problemático. “Este trastorno afecta directamente a mi impulsividad y mis reacciones desmedidas", confesó el DJ en el mencionado podcast.
Uno de los episodios más impactantes de su historial es el que protagonizó con su hermana Isa Pantoja. Según relatan fuentes cercanas, al enterarse de que ella ya no era virgen, Kiko reaccionó de manera violenta, rociándola con una manguera en un acto humillante que muchos consideran injustificable. Ahora, con su reciente confesión, surgen dudas: ¿se trata de una estrategia para limpiar su imagen o de una sincera explicación de su conducta?
Más allá de su relación con Isa, Kiko también ha protagonizado intensas peleas con su madre. Desde hace varios años, madre e hijo no han cruzado palabra, ni siquiera cuando se encontraron en Gran Canaria durante la hospitalización de la pequeña Alma, lo que ha dado pie a incontables rumores sobre la relación entre ambos. El distanciamiento, según él, responde a diferencias irreconciliables y a la influencia de terceros en la familia.
Adicciones y la lucha por encontrar estabilidad
El TDAH no ha sido el único problema que ha marcado la vida de Kiko Rivera. Su propia impulsividad lo llevó a sumergirse en un peligroso mundo de adicciones, algo que él mismo ha reconocido públicamente. Durante años, el alcohol y otras sustancias fueron parte de su rutina, afectando no solo su salud, sino también su entorno más cercano. Afortunadamente, el DJ pudo salir de ese oscuro capítulo gracias a ayuda psicológica y al apoyo de su esposa, Irene Rosales.
Hoy en día, asegura que su familia ha sido su mayor salvación y que sus hijos le han dado la estabilidad que nunca tuvo. Sin embargo, su credibilidad sigue en entredicho. Lo cierto es que su vida continúa siendo una montaña rusa de emociones y titulares. Su lucha contra el TDAH es real, pero también lo son sus escándalos. Si bien ha logrado avances significativos en su vida personal, el reto más grande que enfrenta es recuperar la confianza del público y, quizás, algún día, reconstruir los lazos familiares que ha ido perdiendo con el tiempo.