La preocupación por la salud de Isabel Pantoja se disparó el pasado mes tras su ingreso de urgencia en un hospital de Madrid. La artista, visiblemente deteriorada desde hace tiempo, tuvo que ser internada después de que unos análisis revelaran un cuadro clínico delicado. Sin embargo, lo que más ha sorprendido no es su recaída, sino la ausencia total de su hijo, Kiko Rivera, quien, pese a estar al tanto de la gravedad, no ha dado señales de vida.

Los allegados a la familia aseguran que el DJ no ha hecho ni una sola llamada para interesarse por su madre, ni siquiera a su tío Agustín, quien ha sido su cuidador durante este ingreso hospitalario. Este comportamiento, que muchos califican de inhumano, no es nuevo, pero sí escandalosamente revelador, sobre todo, teniendo en cuenta que Isabel Pantoja atraviesa un cuadro médico continuado y complejo.

Kiko Rivera prioriza su carrera mientras Isabel Pantoja enfrenta serias complicaciones médicas

En abril de 2024, hace exactamente un año, la tonadillera tuvo que cancelar un concierto por una tromboflebitis, y en julio fue hospitalizada de nuevo por un empeoramiento vinculado a su nefropatía diabética, una dolencia que arrastra desde hace años. A pesar de este historial preocupante, Kiko Rivera se ha mantenido en su burbuja, más preocupado por pinchar en fiestas que por mostrar el más mínimo gesto de humanidad.

Las cámaras lo captaron recientemente en el aeropuerto de Sevilla, donde se negó tajantemente a hablar del estado de su madre. Su único objetivo era cumplir su agenda en Tenerife, sin hacer una mínima escala para visitar a la mujer que le dio la vida. La imagen que ha ofrecido al público es la de un hijo frío, calculador y completamente desvinculado del drama personal que atraviesa su familia. De hecho, se enteró de la hospitalización de su madre a través de los medios y, a pesar de esto, no hizo ningún intento de acercarse a ella.

Isabel Pantoja lucha sola contra su enfermedad: el desprecio de su hijo, el golpe más duro

Ya en casa, Isabel Pantoja se enfrenta a su recuperación sin el consuelo de sus hijos. Solo su entorno más íntimo permanece a su lado, mientras Kiko Rivera continúa actuando como si nada hubiese ocurrido. No ha llamado, no ha enviado un mensaje, ni siquiera ha mostrado intención de acercarse. El silencio ha sido su única respuesta. Fuentes cercanas aseguran que esta vez, más que una estrategia, la indiferencia de Kiko parece ser una declaración definitiva. La brecha entre ambos no solo no se ha cerrado, sino que se ha transformado en un abismo.

Ni el hospital, ni la debilidad física de Isabel, ni el clamor público han hecho mella en su decisión de mantenerse al margen. Algunos incluso aseguran que "Kiko ya ha enterrado a su madre en vida". La gran incógnita ahora es si esta ruptura es definitiva o aún hay margen para una reconciliación. Lo cierto es que los antecedentes no auguran nada bueno. El historial de enfrentamientos, reproches televisivos y heridas sin sanar ha minado la relación desde hace años. Pero lo sucedido en estos días ha marcado un antes y un después.