Este lunes por la noche, cuando tocaban las diez, la gala del Balón de Oro vivía su momento más álgido. La mejor jugadora del planeta, Aitana Bonmatí, recibía su merecidísimo galardón de las manos de Novak Djokovic y tomaba el relevo de su compañera en el Barça, Alexia Putellas. La de Sant Pere de Ribes emocionaba a los asistentes, su familia y sus vecinos con sus palabras de agradecimiento, buena parte de ellas en catalán, aunque le pese a algunos como los de la COPE, irritados porque la maravillosa jugadora concediera entrevistas a medios catalanes y no a ellos. Con todo lo que han vomitado sobre el Barça, ahora se extrañan. Manda huevos, que diría aquel. Justo después de Aitana, le tocaba el turno al Balón de Oro masculino, que fue para el mejor jugador de la historia de este deporte, un Leo Messi feliz y orgulloso de haber conseguido su octavo trofeo, una barbaridad.
Dos galardones merecidísimos. Pero justo a la misma hora que se producían estas dos imágenes, en TV3 empezaba un nuevo El Foraster, que si compitiera en una gala como la de anoche, tendría que recibir el Balón de Oro al programa más emotivo, conmovedor, divertido y exitoso de la parrilla. No hay el lunes que Quim Masferrer no nos emocione con su visita a uno de los preciosos pueblos que tenemos en nuestra casa, y esta vez no podía ser menos en su primera visita a una comarca de nueva hornada, el Lluçanès. Quim visitó a los vecinos de Olost, alguno de los cuales nos hizo llorar de risa, o de miedo, como por ejemplo, Marina, que tiene una colección de muñecas, alguna de ellas terrorífica, que nos hizo troncharnos. O Dolors, una mujer maravillosa de 101 años, repetimos, 101 años, con una energía brutal, un sentido del humor sensacional, que tenía un secreto para tener tanta energía: "Un poquito de vino dulce con pan". Nos enamoramos todos de ella:
Claro está que también cayeron lágrimas de los espectadores, pero de emoción. Lágrimas cargadas de sentimiento y de amor. Lágrimas como las de Santi, un vecino de Olost que esperaba a pie de calle a El Foraster, que confesaba que "no me había pasado nunca". ¿El qué? Que hubiera un vecino que estuviera esperando su llegada desde hacía años, y que, por si algún día pasaba, por si algún día Quim les iba a visitar, iba apuntando en una libreta todas las cosas sobre él y sobre su pueblo que no se quería olvidar decirle a Masferrer. Una crónica en primera persona de aquello imprescindible que quería transmitirle a El Foraster. Una retahíla de datos y momentos que primero, despertó las sonrisas y las carcajadas del público.
Una de las cosas, sin embargo, que Santi tenía apuntadas en su libreta nos tocó la fibra a todos. Y de qué manera. Un recuerdo hacia su madre, que murió hace setenta años. Y al mismo tiempo, un agradecimiento público a todos y cada uno de los vecinos que la ayudaron cuando se supo que sufría un cáncer, que la acompañaron en los últimos días de su vida, que no pararon de darle muestras de afecto y amor, de llevarle cosas de comida y obsequios para que no se sintiera sola en unos momentos tan difíciles como los que le tocó vivir.
Un agradecimiento público después de 70 años. Seguro que la madre de Santi, allí donde esté, lo ha recibido emocionada. El Foraster, una semana más, maravilloso. Balón de Oro para Quim, para Santi y para su madre.