"Te odio tanto porque te quise tanto". Esta es una de las declaraciones de desamor más rotundas que existen. Es la frase que rezaba una pancarta contra Luis Figo en su retorno al Camp Nou, después de traicionar a la afición azulgrana marchándose por dinero al Real Madrid. Tiene una potencia descomunal, y por eso es la sentencia que ha escogido el columnista y escritor John Carlin para empezar una carta demoledora dirigida al que, un día, fue su ídolo. Qué decimos, ídolo. Un Dios. Leo Messi. "Es lo más cercano que tengo a una religión", escribió sobre el exjugador y mito azulgrana. El adiós del 10 para irse al PSG fue una cuchillada en el corazón de tantos y tantos barcelonistas y aficionados del fútbol en general. Sí, hay motivos económicos y de otras tipologías que explican este final indeseado. Pero no es el motivo del enfado del escritor inglés, no. No es una cuestión de colores futbolísticos. Va mucho más allá.

John se vacía en 'La Vanguardia' con un texto que seguramente es el más brutal que nunca hemos leído sobre la figura del de Rosario. El autor posee un estilo y una profundidad expresiva a la altura de muy pocos. De hecho, podría ser un Messi de las columnas de opinión. Y firma una misiva que, desde el minuto 1 del partido, lo destroza. Sin piedad. Sin mirar atrás. El motivo: el reciente viaje de Leo a Arabia Saudí. Allí fue recibido con todos los honores por la princesa Haifa Mohammed Al-Saud, ministra de Turismo, organismo que lo ha fichado como embajador. El encuentro indigna a Carlin porque blanquea un régimen con un currículum horripilante con respecto a los derechos humanos, a la libertad y a la propia existencia. "Mercenario", dice en el título. Es lo más suave que le dedica.

Leo Messi en Arabia Saudí / Instagram

El autor se dirige al futbolista escribiendo en argentino con toda la retranca del mundo. Así, sus puñetazos son aún más destructivos:  "Andá, Leo, andá. Andá a ver a la viuda del descuartizado Khashoggi, tocá la puerta de los padres de Mustafa Hashem al Darwish, a cuyo hijo le cortaron la cabeza por haber participado en una protesta contra el régimen saudí cuando tenía 16 años, la misma edad que vos cuando debutaste para el Barça". Más fuego:  "¿Cuántos petrodólares te están pagando por la prostitución de imagen más mierdosa que se ha visto hasta la fecha en esa cloaca en la que vivís, el mundo del fútbol profesional?". No hay descanso, recriminándole "vender la miseria de alma que te queda a Mohamed bin Salman, hijo predilecto del rey, asesino, torturador, opresor de las mujeres, verdugo de los gays, amiguete de Putin y poder absoluto en la beata nación saudí". Pero hay más. Mucho más. Y es una cuestión personal.

John Carlin / Sergi Alcàzar

"El que siente vergüenza soy yo. Cuando la gente me preguntaba de qué equipo era llevaba años diciendo que mi equipo sos vos. Pobre de mí –ridículo de mí-. Nunca más. Como futbolista nunca vi nadie mejor, nadie que me diera más placer, durante más años, con la pelota en los pies. Pero como persona… siempre albergué la sospecha de que eras un boludito. Lo intuí las dos veces que te entrevisté, pérdidas de tiempo totales. Pero no lo quise ver". Lo define como alguien que "tanto ganan pero siempre quieren más, no importa que les pague el mismo satanás. Vos ganaste 120 millones de euros el año pasado. ¿No es suficiente?". Le recuerda que le advirtieron de lo que significaba su adhesión al régimen saudí: "En la jaula de ignorancia en la que vivís, igual no te enterás vos. O no te querés enterar, porque el año pasado te escribieron para explicarte con quién te estabas metiendo". Una carta de una asociación que le decía "sos un héroe para millones, por favor usá tu estatus para el bien”. Carlin lo remata: "Lo usaste para el mal. Para gente decente el turismo y la tortura no se mezclan. La plata es la plata, no importa el origen, ¿no es cierto? Ay, Leo, mi ídolo caído. Quisiera decirte gracias por los recuerdos. Pero te cagaste en ellos y ya no puedo". Sin palabras.

Leo Messi en el PSG / Europa Press

A veces parece que la vida depende del resultado de un partido o de un gol de tu jugador favorito. Y no es así: en realidad el fútbol puede ser el instrumento para mejorarla... o empeorarla.