Leo Messi es mucho más que un jugador de fútbol, o mejor dicho: que el mejor jugador de fútbol de la historia. Su grandeza deportiva lo han convertido en una estrella del pop, con legiones de fanáticos suspirando por el argentino. Suspirando... y pagando auténticas fortunas para verlo en acción. Es lo que está pasando durante su aventura en Florida: su irrupción en la MLS de los EE.UU. disparó la Messimania, coincidiendo con la marcha implacable del Inter de Miami. VIPS en lista de espera, anónimos hipotecándose para conseguir localidades... Un fenómeno y una industria multimillonaria, que, sin embargo, deja a algunos clientes insatisfechos.

El Inter, presidido por David Beckham y que acaba de incorporar a Luis Suárez a una plantilla en la que también está Sergio Busquets y Jordi Alba, se encuentra en plena pretemporada. Están realizando una gira mundial que va camino de convertirse en un escándalo mediático y reputacional sin precedentes. Hace unos días el club viajaba a Arabia Saudí para enfrentarse al Al-Nassr de Cristiano Ronaldo, vendido como 'The last dance', el último duelo directo entre los grandes dominadores de este deporte durante las últimas décadas. Fue un fiasco imponente: CR7 no jugó y Messi solo disputó 8 minutos en las postrimerías del partido, con un humillante 6-0 a favor de los árabes. El portugués no estaba en condiciones, o eso decía, mientras que Messi también estaba tocado. Los aficionados quedaron decepcionados, pero como era en Arabia, nadie dijo nada. Cosa que no ha pasado, sin embargo, en la siguiente cita del tour.

Messi, Luis Suárez, Busquets y Alba / Instagram

El club rosa ha pasado por Hong-Kong, donde se ha enfrentado a la selección nacional del país. Un partido celebrado gracias a una potentísima inyección de dinero del gobierno a una empresa organizadora, y que formaba parte de un programa de 80 eventos internacionales para potenciar la economía local. El contrato era claro: Messi tenía que jugar, como mínimo, 45 minutos, siempre que no hubiera un problema físico importante u otro obstáculo de fuerza mayor. No parecía que fuera el caso. Sin embargo, no salió ni un minuto. Se pasó todo el partido en el banquillo. Los 40.000 aficionados que pagaron entre 113 y 624 dólares por localidad no se lo podían creer. Y de la incredulidad pasaron a la acción, riñendo a Beckham, Messi y al sursum corda.

Todo un estadio gritaba con furia "refund, refund," es decir, que la devolvieran la pasta. "¿Dónde está Messi?", se preguntaba la multitud de fans enfadados y con sensación de haber sido estafados. Después se ha sabido que Leo sufría un problema en los isquiotibiales, pero en el estadio no se informó en ninguno de los sentidos. Algunos, incluso, crearon pancartas para protestar in situ, desde la grada. Mala jugada para el Inter. Tampoco ha sido buena para Messi, la leyenda.

Leo Messi / GTRES